jueves, 2 de diciembre de 2010

Me río de las mujeres ricas de la tele

Pijilandia existe donde menos lo esperas… no es Marbella ni el barrio de Salamanca, ni un cortijo andaluz, ni una fincaza extremeña…

Se ciñe sobre nosotros una nube sin final que está descargando nieve… oh, oh, ya veremos si nos vamos de puente…

Hoy he ido de fincas… cotos de caza enormes con casas señoriales que preparan  una zona para la evisceración de los animales que abaten.

Hace un tiempo estuve en una que habían vallado todo un pueblo y solamente lo abrían para los santos para que se pudiera visitar el cementerio… flipé… no tanto como la almazara de los italianos pero casi…

Lo de hoy, me ha dejado alucinada… en un pueblo que no hay ni tienda, solamente un pequeño bar sin cocina con horario de café y partida, me esperaba un todo terreno lleno de barro. Jesús, un dominicano  de sonrisa blanquísima me ha adecentado el asiento trasero (el de copiloto no existía) para llevarme por el “buen camino”… Ya he incumplido de nuevo un precepto de mi madre: nunca subas a coches de desconocidos…

Y allá que nos hemos ido por un camino que de bueno, ja, el coche se iba todo el rato de atrás y los baches y el barrizal seguro que eran paraísos para el cochino jabalí… Durante el trayecto me ha contado su vida, sus viajes, sus 10 meses siendo el único humano en la finca… Y de repente, en la nada, uno de los lugares más fabulosos que he visto… Su piscina cubierta, su piscina al aire libre, su pedazo césped, su bar al pie de la piscina, un cenador alucinante, una casa preciosa sin adornos de esos horribles tipo columnas dóricas y volutas con parras que me horrorizan cuando no es el artesonado original, su edificio para los invitados, sus cochecitos eléctricos para desplazarse, sus pistas de tenis,  sus mastines, sus ciervos… Pobres Bambis, criados y cuidados para acabar con un par de tiros…

Un sitio tan bonito y nunca van los propietarios, solamente para cazar el año que les apetece… decía el guardés que siempre tiene todo listo por si aparecen, menudo gasto para nada, pero claro, seguro que es calderilla para ellos. Al menos la disfruta, aunque trabaja, el tal Jesús, que tenía unas ganas de palique… al final no he desobedecido lo que mi madre me decía de pequeña porque le dejo hablar un poco más y me cuenta hasta la vida de su abuela.

Total, media hora en coche para llegar al pueblo, veinte minutos de caminos de rally y solamente diez minutos para la inspección y el papeleo, veinte minutos de palique y dar vuelta para enseñarme la finca por encima, otros veinte minutos para regresar y tres cuartos de hora más para ir a otra finca a hacer lo mismo, aunque esta vez sin chofer y a paso tortuga para no quedarme atascada en el barrizal.

Mañana poco productiva, mucho kilómetro y gasto de combustible para poca cosa; conocer a Jesús ha sido cuanto menos, peculiar… visitar dos fincas alucinantes ya no me despierta  envidia porque es algo que no te puedes ni plantear en sueños (si la perrera era tres veces mi casa y la extensión de césped de la entrada de la casa era como la de un campo de fútbol)…

… aunque la verdad es, que cuando veo semejantes casonas, lo primero que pienso es en las horas que hay que meter para limpiar tanto suelo y tanta ventana… nada, que no nací para ser ricachona… será mejor que vaya a dar un repaso a la entrada que el barro y las patas de perro no son buena combinación.

3 comentarios:

  1. Sigo diciendo que estos post (aunque no se ajusten a la realidad) con fotos quedarían mucho más guapos... buen puente y cuidado con la carretera.

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  2. Me ha encantado el relato, por cierto, ¿has pensado alguna vez presentarte a un concurso de novela corta? De acuerdo con Javier en que las fotos quedarían bien, pero también es bueno dejar paso a la imaginación, que yo "he visto" la pijofinca con tu magnífica descripción.

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  3. ¿Yo, escribir?... igual que leo, sin parar y sin ton ni son. A los once años gané un premio de redaccióncon la historia de un tejón... sin comentarios porque por aquel entonces jamás había visto un bicho de esos, pero aún conservo la copa y la cámara de fotos que me regalaron; Tengo pilas de cuadernos escritos a mano con historias, comienzo y cuando comienzan a absorberme las dejo como cuando me engancho a un juego de ordenador... un día de estos espero acabar la historia que tengo a medias... pero o me engancho cual drogata o me lo tomo con la calma de ahora...Y vale, intentaré poner fotos pero en este caso cualquier chaletón no haría sombra a lo que ví.
    Buen finde

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