lunes, 21 de marzo de 2011

En su justa medida

Empiezo la semana ya agotada… viajes, conducir con la mirada pendiente de la velocidad con un ojo y con otra pendiente de que no me den por detrás (con eso de ir todos a 110, adelantar es eterno). Que no, no me voy a quejar de la velocidad, a pesar de que gasto el mismo combustible pero me cuesta mucho más.

Será que me estoy volviendo más antisocial pero junto a los trajeados, y a los mentirososquetetomanporidiota, cabría añadir el grupo de los que se alargan al hablar para no decir nada… esta tarde sin ir más lejos he tenido el mejor ejemplo que he encontrado en años… de verdad que me daban ganas de chillarle que se callase de una vez.

La cosa es que es un colega… con eso quiero decir que es veterinario, pero aquí acabaron todos los aspectos en común. Estoy en un curso de estos en que no hacen más que marear la perdiz y volver y revolver el mismo tema una y mil veces y ya agota porque de tanta filosofía, la parte práctica que puedes sacar es casi nula. Pues como siempre se han tenido que hacer equipos… odio el perder tiempo así, con lo bien que estaría en mi sillón con mi libro o charlando con La Rubia…

El señor este (digo señor porque ya pasaba de los 60) ha empezado como los abuelos a contar historietas que ni venían a cuento ni el “público” (el resto de personas del equipo) tenía mucho interés en las anécdotas de allá cuando los tiempos de Nefertiti. Joer, al grano, que tenemos que hacer un supuesto práctico y paso de que me cuentes que hace mil años en Turruncún un pastor se comió un sandwich mixto (no era eso pero vamos, tenía lo mismo que ver que con lo que supuestamente teníamos entre manos).

Si solamente hablase y para su ombligo, no me hubiera “desesperado” tanto… más que desesperada, desquiciada… porque en cuanto yo retomaba el tema y hacía alguna observación al ejercicio decía, “muy bien la compañera… algo así me pasó allá en tiempos de Docleciano…”. Total que como no me tocaba exponer, he respirado, he contado hasta 50 y he pasado, que expusiera él y listo… y exponer, no ha expuesto una castaña pero darle a la lengua- 35 minutos- pero lo flipante es que no ha contado nada… ha dado vueltas y vueltas al enunciado del ejercicio y se ha puesto a contar batallitas… seguro que se ha convertido en el ídolo de muchos… pero, seré una gripia pero solamente he pensado en su posible mujer y lo tranquila que estará durante tres días sin aguantar a un plasta…

(escribe la que se enrolla como las persianas, aunque hablar, hablo en mi justa medida- a días más a días menos jejeje)

4 comentarios:

  1. Me da mucha rabia ese tipo de personas!! Me sube la tensión!!! Pero es que no se dan cuenta de como los miramos o los mira la gente!!!

    Saludos.

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  2. ¿seguro que no era mi jefe? es que lo has descrito de maravilla

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  3. En esta entrada te has parecido a ellos, ambar, perdona que te diga... como te metes en el papel, jajaja

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