Jubilando a un gran amigo

Hace diez años que llegó a mi vida. Sin lugar a dudas ocupa la primera posición en mi lista de regalos. Supuso una parte importante de los ahorros de La Rubia de su época cacereña en la que su sueldo apenas llegaba a 600 euros… lo que le debió costar ahorrar la pasta que costó en su momento… un Sony PRS-500… una auténtica antigualla hoy en día.

Creo que es el ebook más amortizado de la historia… diez años a algo más de cien libros al año… 89 en lo que lleva de año… La obsolescencia programada no ha acabado con él… aunque día a día la pantalla es más oscura, los botones hay que apretarlos con más fuerza, la batería apenas llega a la lectura completa de una novela y ya hace más de tres años que el software falló y no funciona más que en un ordenador, teniendo que hacer un montón de pasos intermedios para conseguir cargar libros (y cruzar los dedos para que el ordenador lo reconozca aunque en el proceso se descargue toda la batería). Lo apagas y se sigue leyendo la página que leía, como el viejo Telesketch ese que tenía de pequeña que conforme se daba porrazos se quedaba la imagen grabada.

Ayer llegué de un viaje y me esperaba un nuevo ebook en Mordor… de nuevo regalo de La Rubia. Sí, un flamante kindle táctil, con wifi, con una pantalla muy blanquita, con un contraste brutal, muchos tamaños y tipos de letra, ni sé cuánto más memoria y rapidez… pero si ya me costó cambiar la funda destrozada, forrada y reforrada de mi viejo libro… parece que no cogí con ilusión mi nuevo libro…. es como sentir que lo estoy traicionando.

La de horas y viajes, los bolsos que ha conocido, aviones, trenes, autobuses, tardes lluviosas, desayunos con tostadas, metida en la piscina apoyada en la escalerilla (sí, tengo cogida la posición en un equilibrio raro), lágrimas y pegotes de a saber qué que he ido limpiando…porque se pueden quitar las manchas, y no parecer como mi libro de La Historia Interminable que tiene manchas de Nocilla y chorizo, o con las hojas onduladas de otro de la de lágrimas que han ido cayendo en todas y cada una de las lecturas y relecturas sin que pueda evitarlo (es como los Gremlins con mi hermana Isabel, siempre lloraba pero seguía viéndola una y otra vez, quizás esperando de Gizmo se quedara en la casa).

Tendría que despedirlo con honores, con un gran libro… pero estoy leyendo una novela distópica, que no tiene mucha chicha…lo acabo y ¿simplemente lo guardo en un cajón? ¿Lo dejo en una caja en un banco del parque con su cargador  por si alguien lo quiere, cargado de libros hasta el máximo de capacidad porque no van a poder cambiarlos? ¿Lo llevo a un punto limpio? Menuda chorrada pensaréis, pero más de 1000 novelas, suponen horas y horas de mi vida en Mordor… cuando La Rubia no había llegado aquí y no tenía un chucho que me obligase a salir más allá de las clases de yoga, las vueltas al parque o la compra… a veces entiendo cuando mi padre revisa sus cachivaches y decide guardarlos de nuevo…

Me acabaré el caos que me estoy leyendo… y luego ya veré… quizás le haga un hueco entre los libros de papel (que sigo comprando y leyendo), junto a los de El señor de los anillos… o quizás lo lleve a Zaragoza y lo coloque entre Poe y Conan Doyle…o quizás simplemente acabe con el discman, el walkman, olvidados en un cajón…

Ningún libro fue tan largo ni tan sobado. El libro perfecto despreciado al final de sus días, sustituido por un novato que jamás llegará a dar semejante servicio. Lo siento viejo amigo, pero… quedaron atrás tus días de gloria.