domingo, 19 de febrero de 2012

Dándole al coco

Como todos los domingos, el perro y yo nos hemos ido a dar un largo paseo. El sol estaba un poco velado por nubes bajas y no soplaba nada de viento. Hemos llegado hasta el camino sin cruzarnos con nadie. Me he quitado los cascos- para oír si viene algún coche, tractor, ciclista o perro- y he soltado al chucho.

Nada. No se oía nada… salvo mis pisadas que parecían retumbar y las carreras del perro, alejándose y volviendo de nuevo hasta mí para volver a salir corriendo. Nada… hasta llegar a las vías del tren y justo ha pasado uno… el perro lo ha mirado con curiosidad pero no ha intentado salir en su persecución.

Andar con el solecito empezando a calentar, sin más compañía que un perro olisqueando de campo en campo da para darle vueltas y vueltas al coco. Empiezas pensando en qué va a ser de ti y de los tuyos, echas unos pensamientos en los amigos (la barriga de Rosa, qué tal Pili en Londres, cómo estará Marta y su renacuajo) y ese momento de “qué fue de…” o “qué estará haciendo…”. Al final, además de pensar en el menú para el resto de la semana, haces repaso de lo que fue la semana…

Sigue habiendo cosas que no comprendo y que me estallan en la cabeza… por ejemplo, ¿qué hace un gato en una encimera de la cocina de un hotel junto al cocinero que está pelando gambas? Obviamente debe ser una costumbre habitual, una gamba para el gato, una para la comida, otra para el cocinero… no hace ni amago de apartar al gato ni mucho menos de sacarlo de la cocina… cuando lo hace, con cara casi de indignación, a la vuelta, ni se le ocurre lavarse las manos o limpiar la encimera… Y para colmo, al momento, las puertas batientes de la cocina son abiertas por el hocico de un perro enorme, que tan campante atraviesa la cocina para salir por la puerta que da a la calle trasera… Es que es el camino más corto para llegar a su casa, es del vecino de atrás… Ole, ole y ole… ¿Qué me he perdido? ¿Estoy en una dimensión paralela del universo? ¿Qué le han puesto al café que tengo alucinaciones?

Me ha entrado la risa, allí sola, en mitad de la nada al acordarme de las monjas… No hay manera de que se legalicen y ellas a lo suyo, pastelitos y dulces por doquier… Debe ser que las cosas de administración no deben servir para salvar sus almas… Hermana, que me da igual si no se da de alta en hacienda, que ya sabemos que hacienda no somos todos… que le pido que se den de alta en sanidad. El  trabajo de Dios no tiene trámites o algo así te sueltan y yo me troncho… Para un interrogatorio, no pongan al comisario feroz, o al detective malo, pongan una monja, que son un rato curiosas y no paran de preguntar y preguntar… Al final siempre dicen que rezarán por mí y para que encuentre mi camino… Hermana, mi camino pasa por el mojón en que ustedes se dan de alta en sanidad. Si levanto un acta para sanción de estas monjas, ¿la procesarían o me pondrían a rezar el rosario?

¿Qué nuevos desvaríos nos traerá esta semana? Prepararé unos pañuelos de papel… sirven para limpiar lágrimas, de risa y de impotencia, y no siempre van por separado…

3 comentarios:

  1. Me ha recordado a la peli esa de la rata en la cocina (Rata como se diga)... pero con gato, jajaja, qué asco.
    ¿Las monjas van con el hábito cuando hacen la repostería? Eso tambien es un poco asqueroso ¿no? rezan con él, comen con él... ¿no deberían llevar ropa apropiada para ello?
    Pasa buena semana

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  2. Pero a las monjas no se las puede poner falta por no llevar el pelo recogido...eh!!???

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  3. Con la iglesia hemos topado... y hasta aquí puedo leer... Buena semana a todos/as

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