martes, 12 de octubre de 2010

Hermanas II

Una de las primeras entradas de mi antiguo blog, ese que sale a la derecha de la pantalla, hacía referencia a las hermanas. Mis hermanas.

De pequeña las hubiese definido como esos seres depravados que te pierden las fichas del Lego, te tiran los Playmobil por la ventana, te tatúan las Barbies y a pesar de eso, la culpa de todo lo que se rompe, pierde o pinta es tuya. No bastante con soportar eso, te las encasquetan junto con veinte duros para que las lleves de paseo a comprar caramelos... joer, y que no nos encontrásemos jamas a los malos que daban chuches llenas de drogaina o envenenadas... Para colmo y para que nos paseásemos más (jamás entendí el afán de mi padre de que nos paseásemos) éramos socios del videoclub más alejado que pudiera haber y los pollos que montaba la hermana menor eran tales, que hasta el de la tienda nos dejaba pelis gratis de dibujos. (Por pollo me refiero a descalzarse, tirarse al suelo y dar vueltas a la par que gritaba, lloraba y no sé cómo pero salían mocos como si eso fuera un aspersor).

Años más tarde parece que la cosa se calma... pero no. Tu madre dice que no juegas con ellas... joer, es que ya no juego con muñecas... pues ale, a jugar con moños. Y aprenden enseguida a hacerte chantaje si te oyen hablar por teléfono con Fulanita o con Menganita sobre Fulanito... y no digamos si viene alguien a casa... como estatuas vigilantes para no perderse nada. Además disfrutan puteándote. Y son magas. No se sabe cómo, pero siempre lo que no encuentras aparece en sus cajones, en su armario o en su mochila... ni Harry Potter.

Cuando al fin parece que la historia se acaba, ya vas a la Uni y te crees supermayor con 17 años, siguen dando por saco... llévame a tal sitio, déjame ir contigo... y tú estás esperando a vengarte contándole a tu madre que llama por teléfono a Fulanita para hablar de Menganito o que les has pillado una minichina o algo así... Pero, cuando llega el momento, no lo haces... no sabes si es porque tu madre se descojonará de ti, si es que ya pasas o si hasta te hace gracia ver las tontadas que hacen tus hermanas... total, las madres siempre saben lo que se cuece y no se les escapa una.

Ahora, lejos de casa, la historia no cambia mucho: Hermana ¿cuándo vienes? ¿dónde vas a ir? ¿me llevas? ¿me adelantas pasta? Se plantan en tu habitación (que no ven el día que ya no vayas por casa a dormir y se queden con el cuarto), te revuelven las cosas mientras te cuentan historietas y te vuelven loca. Si tu haces lo mismo, te echan de su dormitorio... al menos ya han llegado a la edad de que te pagan alguna cerveza que otra, pero, siempre serán las hermanas pequeñas.

A pesar de todo, no se les guarda rencor (salvo por el Tragabolas que no sobrevivió la cabeza del hipopótamo naranja) y hasta se les quiere... (Ya me veo un comentario de la hermana pequeña toda ofendida). Ala, besos para las hermanas pequeñas.

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