Hoy ha sido un día de sorpresas. Sorpresas de todo tipo y condición.
La peor noticia. La miel. Esta campaña va destinada al absoluto desastre. Hace frío, llueve, tan pronto graniza como sopla un viento huracanado y las abejas pasan de salir a pecorear… se está mejor en casita comiéndose la miel que hicieron los días de calor, allá por el mes de abril cuando comenzaron las plantas a florecer. Con lo bien que habían aguantado el invierno, ahora casi acabará la flor y apenas habrán salido “a trabajar”. La propietaria de una pequeña envasadora de miel que inspecciono estaba que fumaba en pipa… nunca se ha caracterizado por su simpatía, pero hoy estaba tremenda… menos mal que le estoy cogiendo el punto y cuando se pone borde le pregunto por su hijo que estudia ingeniería (lo conocí un día de inspección y me pareció un tipo simpático y apañado… aunque por lo visto la gente solamente se fija en sus pintas… y yo… pues como que me dieron buen rollo… qué le vamos a hacer, entre un rastas con camisa a cuadros y un clon de Cristiano, tengo clara mi opción)… Es la castaña de la producción primaria dependiente de la climatología, la flora y la fauna… Espero que mejore la cosa porque la miel que venden no está mal y bastante cara me parece ya.
En otro sitio mi gran, gran sorpresa en la carnicería; la han cogido unos que saben. Pero de los que saben, SABEN… así, con mayúsculas. Creo que jamás me había encontrado esto… sus registros de trazabilidad de ternera, las listas de ingredientes bien puestas en sus productos y no carteles clavados o roñosos impregnados en exudados o empapelando paredes llenos de mugre, apañados en la manipulación, ordenados en la cámara… yo alucinaba por no tener que explicar ni sulfitos, ni temperaturas ni registros… ¿Dónde demonios se habían escondido hasta ahora? Y la carne no era carnuza, buena pinta, buena presencia… espero que les vaya bien y aguanten… He salido encantada… lo que cambia un sitio cuando lo limpian y encienden la luz (estoy harta de luces a medio gas, oscuridad que disimula la suciedad…). Vamos, porque me viene lejos y de cara al verano y sus rutas no es plan, pero sería un sitio en el que compraría…
Lo último ya de traca… aunque ha sido lo primero del día… estaba de inspección en un sitio al que pensaba levantar un acta para sanción sí o sí… ya tenía escrito el encabezamiento… pero para mi sorpresa, se habían puesto las pilas. Pero bien puestas… tenía casi cuarenta deficiencias que comprobar y se han quedado en una decena… así que prefiero ser pesada y dejarme caer más por allí y que lo que ahorren de la multa lo inviertan en mejoras.
Bueno, que me enrollo… para variar… El tipo del restaurante es duro de mollera y cada vez que voy me toca dar todo tipo de explicaciones para que entienda las deficiencias, aunque luego se pasa la inspección diciéndome “esto te lo he puesto así, esto te lo he hecho asá”. Sigue pensando que es porque a mí se me pone en el morro, pero al menos, está haciendo. Estaba en la barra con el encargado explicándole lo de siempre con la ausencia de cloro, que si los depósitos con agua retenida, el cloro se perdía por evaporación, que si los descalcificadores atrapan cloro… y aparece el típico cliente coñón de los que saben de todo… Aunque en mi cabeza estoy gritándole que se calle, intento ser educada y hasta tener un punto de simpatía… no gano nada siendo borde…
Tenía bastante que escribir así que me he ido a escribir a una mesa junto a la barra. Acabo y viene el encargado a que le lea y acabe de explicarle alguna cosa. El cliente coñón si gira hacia nosotros y no pierde ripio por más que yo bajo la voz. Excusa que me pone el encargado, se la rebato con un ejemplo sencillo… algún ejemplo es para colgarme pero todo sea para conseguir que solucione las cosas. Me firma, le doy las copias y le agradezco que me haya facilitado la inspección.
El cliente coñón me sale al paso. Se saca de la cartera una tarjeta… puñetas, es inspector del ministerio de agricultura… toma ya, ¿se ha perdido o qué?… Me dice que es inspector europeo y yo, glup, tierra trágame… que le ha hecho gracia verme por allí y se ha quedado un poco más para observar como hacía la inspección, que si era muy didáctica, que daba explicaciones adaptándome al nivel del encargado, que si lo de llevar bata daba buena imagen, que si parecía paciente… y yo, roja cual tomate… notaba la cara caliente, caliente… después me ha empezado a preguntar por el trabajo, dónde estaba, cuánta gente, los medios que disponíamos…
Al final, tras un rato de un interrogatorio en toda regla, le pregunto ¿he pasado el examen? Muy notablemente, me ha contestado… más roja no podría ponerme, así que me he despedido y le he deseado buen viaje.
Y me ha arreglado el día… ale, me voy a yoga que luego quiero gritar con el partido del CAI (contradictorio completamente, pero esa soy yo)… no ganarán pero menuda temporada han hecho… señor Abós y resto del equipo, me quito el sombrero… disfruten del partido y la temporada que viene, más y mejor.