miércoles, 1 de junio de 2011

Ya no cuela

A veces me toca hacer de mala…. según algunos, siempre hago y soy mala, así que me explico: en ocasiones parece que nos entra en síndrome de Estocolmo o algo así. Hacemos inspecciones en un sitio y terminamos “no viendo” o siendo demasiado flexibles porque conoces las historias personales de los inspeccionados, y se acaba abusando de estas situaciones particulares poniendo al inspector en una situación en la que parece un grandísimo hijo de puta por levantarles un acta de inspección. No es lógico intentar hacer una inspección y que la inspeccionada se te ponga a llorar por lo mismo que lleva llorando desde hace tres años mientras su establecimiento está cada día más guarro… así que, como jefa de los mindundis considero que me toca hacer de fría, calculadora y despiadada inspectora de sanidad (o algo así me dijeron el otro día añadiéndole algún epíteto poco cariñoso a mi madre y a mi familia)… en otras ocasiones soy yo la que pido a algún compañero que haga esa labor en alguno de los sitios que inspecciono.

Hoy me ha tocado uno de esos… una pescadería que forma parte de un entramado empresarial familiar que toca todos los pitos y que se hacen muy bien los suecos. La inspectora siempre cuenta que le resulta complicado poder hacer una inspección en condiciones porque la mujer se pone a llorar  en cuanto ella aparece, que se excusa en su situación familiar con un hijo que tuvo un accidente hace un montón de años  y con la historia de que se jubila pronto (que le quedan como diez años). Y así para no corregir nunca nada de nada, que digo yo, que viendo lo paciente que es la veterinaria, ya podría corregir algo para agradecer el favor que le brinda la inspectora…

Apenas había saludado y presentado cuando la mujer ya ha empezado: “es que yo no suelo estar, sabe usted, con mi hijo…”  Jo, para nunca estar trabajando, siempre está durante el horario de apertura de la pescadería. Y yo como si no supiera del hijo nada…. el típico y socorrido “ah”. Y yo a la inspección, china- chana… Miro hacia una pared asquerosa, ella me sigue la mirada y ya: “es que con el lumbago… me han hecho un “taz” y ahora me tengo que ir al médico y claro, voy a cerrar antes”.  Y yo, “claro, claro, la salud es lo importante” (cosa que pienso). 

Conforme iba preguntándole cosas y haciendo la inspección, ella intentaba volver a su tema. “Es que con lo que gastan los arcones congeladores, sabe usted, lo que me cuesta tener a alguien cuidando a mi hijo… ”; “Para qué voy a reparar esto si me voy a jubilar en unos años” … “No enchufo el agua caliente porque gasta el calentador y no sabe usted lo caro que es pagar a la chica que viene a limpiar”… Y empieza a coger el moquero que lleva en la pechera para soltar las lagrimitas… Puñetas…

Así que me ha tocado parecer una borde y recordarle que llevaba como siete inspecciones sin hacer caso a que el pescado debe estar expuesto con el etiquetado obligatorio, que lleva como diez inspecciones con el pescado sin hielo o que lleva otras tantas inspecciones sin lavar el pescado cuando realiza el eviscerado (y mucho menos limpiar los utensilios, la tabla de corte o sus manos con el esmalte descascarillado). Casi he cogido carrerilla para que luego se pusiera a llorar a gusto… pero no, ha cogido un soberano cabreo porque le he dicho esas cosas tan feas y que mejor venga la chica de siempre que le dice las cosas con cuidado porque sabe que está mal con lo de su hijo y que yo le he herido sus sentimientos…

…ya…  vale, asumo mi condición de zorra implacabe como la chica de House… pero no ha soltado ni una lagrimita…

4 comentarios:

  1. Creo que tu blog debería incluirse en la formación de los inspectores, por aquello de que uno se siente mejor al sentirse comprendido. Es que el viernes me toca ir a una de esas que a cada deficiencia que le digo ella me replica con una nueva miseria familiar y después de leerte como que voy más animada:-)

    ResponderEliminar
  2. Lo que daría por estar presente en una de esas inspecciones... no os la vais a creer, pero ahora veo algunas cosas cuando entro a los sitios y me acuerdo de vosotras, jejeje

    Hay mucho guarro por el mundo y muy poco inspectores. Besitos para mis inspectoras favoritas ;-)

    ResponderEliminar
  3. Marta, suerte... vamos a tener que formar una asociación de apoyo para darnos ánimo... ver que en todas partes tenemos las mismas historias y miserias más que animar parece que nos debería traumatizar...

    Javier, te volverás un paranoico... dentro de poco te asomarás por dentro de las barras del bar, te sentarás de cara a la cocina en un restaurante y le dirás al pescadero que antes de cortar la merluza vas a echarle un vistazo para comprobar sus caracteres organolépticos y que no tiene anisakis... tranqui, que se pasa...

    ResponderEliminar
  4. Bueno... Yo soy una "victima de las inspecciones" tengo una pequeña pasteleria donde trabajamos mi mujer y yo, vivimos en un barrio que ha degenerado(solo hay emigrantes y los pocos que quedan del país son viejos) el domingo mi mujer se rompió una pierna el martes vino la inspección ¡increible no! tuvimos que salir corriendo y todo quedó manga por hombro por no decir un desastre.No tenemos medios, llevamos 38 años de oficio.Ellas se rieron y no me creyeron a pesar de documentar la situación, tuve que soportar expresiones tales como: "esto es un pozo de mierda" o "sois unos guarros". Seguramente vino la que hace de mala.Yo estoy a 20 de presion y mi mujer enyesada y deprimida, si me jubilo cobraremos seiscientos euros. Mizs proveedores no cobraran. Hemos tenido mala suerte, ha venido la mala, los autonomos somos los esclavos del siglo. Saludos

    ResponderEliminar