jueves, 30 de septiembre de 2010

Desde los despachos

He estado de curso. Hace tiempo que debo de tener el máximo de puntos pero como buena pedorra que soy, considero que mientras me puedan facilitar la formación gratuita, debo hacer cursos porque siempre hay mucho que aprender, o al menos, encontrar aspectos que te despierten la curiosidad y después profundizar en ello por tu cuenta.

Lo que me pasa con los últimos cursos sobre seguridad alimentaria que estoy haciendo es que no pienso ni de coña lo mismo que los ponentes... me parecen filosofadas y comeduras de tarro muchas de las cosas que dicen. Al menos no soy la única. Los habituales de los cursos que se encuentran en primera fila de batalla también plantan cara a los ponentes. Creo que cuando llevas un tiempo en los despachos pierdes la perspectiva de la calle. Yo, que empecé en el despacho me doy cuenta ahora de que a los inspectores les pedía cosas casi imposibles, y muchas veces, auténticas gilipolleces.

Por eso, cuando en un curso, un tipo que lleva cinco o seis años sin hacer inspección y que sí, no dudo de que se haya currado el curso y consultado mil cosas, trata de convencernos de cosas porque hay un estudio de la universidad de Güichconchin que dice que se ha descubierto la posibilidad de crecimiento de tal bicho en tal alimento inoculando el bicho y poniendo el alimento en tal temperatura y tal humedad, desconecto. Me saca de mis casillas.

Que me digan que tal actividad de agua, tal pH, tal temperatura puede favorecer el crecimiento de tal bichejo, me parece muy bien. Tomo nota y procuro recordar. Pero con lo que flipo es que pretendan que al abuelo que tiene una pastelería enana o al carnicero que apenas sabe escribir le hable de actividad de agua, de toxinas proteolíticas o de que en Güichconchin hicieron un estudio sobre chorizos de ñu en los que podría crecer un serotipo de salmonella... coño, que apenas saben leer un termómetro.

Otra cosa con la que alucino es que nos hagan hacernos cuarenta mil kilómetros para ver el nivel de desinfectante de un pueblo en el que viven dos personas... y que además debas explicar por qué no has podido comprobar el cloro: leche, es que el día que fui no estaban en su casa... que yo sepa no me deben guardar la visita y si no hay fuente en la que pueda ver el nivel de cloro, pues no voy a ir con una ganzúa y tratar de entrar a la fuerza... de todas maneras, ¿de verdad interesa tanto que comprobemos que en ese pueblo de dos personas el agua esté desinfectada? ¿es significativo para algo? Sobretodo si tenemos en cuenta de que no es nuestra responsabilidad clorarla y desinfectarla... y sobretodo cuando hay otros municipios con 3000 habitantes que beben agua de mierda.

Hay veces que envidio a estos de los despachos, con sus comeduras de tarro y sus filosofadas. Sus cafés deben ser entretenidísimos: "oye, he encontrado un artículo del profesor Bacterio en el que habla de que en salsa de tomate confitada de aceite de girasol envasada y mantenida a altas presiones la fecha de caducidad puede demorarse en una semana más a la que planteaba el estudio de la señora Norwalk". "Ostras Listerio, qué interesante, pues yo he encontrado que en ositos de gumibaya mantenidos en un bolsillo de un colegial no se produce crecimiento de los mohos de los pañuelos de papel"...

... Ay, espero el día en que llegue a esos despachos... ni existirá la suciedad, ni los desconchones en los techos, ni las uñas negras, ni los mocos pegados bajo el mostrador, ni los nidos de ratas... solamente existira la perfección de la microbiología, remansos de actividad de agua y pH y todo será perfecto...

No hay comentarios:

Publicar un comentario