miércoles, 11 de febrero de 2015

La decadencia está servida

Decaer: ir a menos; perder alguna persona o cosa alguna parte de las condiciones o propiedades que constituían su fuerza, bondad, importancia o valor.

Hoy he estado en una de esas cocinas que no sabes ni por dónde empezar, ¿sus techos enmohecidos? ¿sus suelos costrosos? ¿sus superficies de trabajo? ¿los trastos acumulados? ¿las cuestionables prácticas de manipulación?

Entiendo que sitios grandes, con varios comedores independientes que, en sus buenos años, servían banquetes, tenían cientos de menús diarios, muchas veces apostados en carreteras nacionales que iban a tope, tienen un mantenimiento complicado dado su tamaño, recovecos y vericuetos y la caja hace meses, más bien años, que no se mueve con la agilidad de antaño.

Se ha tenido que recortar personal y los que quedan van agobiados, pero desde luego si se está en la barra viendo a Mariló en la tele o se está en la cocina leyendo una revista, como hoy, da lugar a pensar alguna de estas dos cosas: una, que sobra tiempo para todo (incluido limpiar) o dos, ya te la pela todo.

En algunos sitios el cocinero es pinche, es lavaplatos, fregona y hasta camarero… un desastre de gestión pero la pasta no da para más… pues qué le vamos a hacer… en otros la camarera es pinche, es lavaplatos y es cocinera sin tener ni idea… y así también van las cosas… Complicado gestionar esta situación, pero algo hay que hacer…

Para colmo estas cocinas están viejas, vetustas, deterioradas en aspectos básicos y ni se puede ni espera una reforma… casi ni arreglos necesarios…

¿Qué hacer? Tres opciones: cerrar, dejar que la decadencia te consuma hasta que cierres o echarle huevos (aunque esta opción no sea una garantía de subsistencia)…

Lo primero que deberíamos hacer después de decidir luchar por mantener el sitio activo y en mínimas condiciones pasa por revisar qué estamos usando… que hay dos hornos que no se ponen en marcha en años, que el calientaplatos sirve de almacén de sacos de pan vacíos, que el baño María sirve para acumular sartenes, cuatro freidoras y solamente usas una, la peladora hace milenios que no la usas… Fuera chismes que se llenan de polvo, grasa y migajas… Se convierten en nidos de mugre y mierda, ocupan un sitio precioso y complican la limpieza.

Estanterías enormes llenas de vajilla, antes limpia y ahora… puntos suspensivos…recógela en cajas cerradas y déjalas en el almacén de trastos, junto con el exprimidor automático rimbombante que ya no usas y esos arcones que tienes vacíos en la cocina que huelen que apestan y que al final usas como mesas de trabajo porque las superficies que eran antes para trabajar las tienes llenas de cachivaches que no usas.

Los moldes de postres, los chismes de por-si-acaso, los miles de botes blancos que antes tenían mayonesa y ahora tienen a saber qué, las decenas de aceiteras que antes estaban en los comedores, los ceniceros, ¿por qué están ahora en la cocina?… los culos de bidones recortados donde metes trapos, guantes, bayetas, que hasta aparecen en el suelo, debajo de las mesas de trabajo… no acumules, tira, vacía, guarda, pero no los dejes en la cocina cogiendo grasofa…

Algo tan sencillo, ¿por qué cuesta tanto hacerlo?… que queda la cocina un poco desangelada, vacía, da pena… bueno, más pena da verla llena de mierda, o al menos eso creo… quizás, como en otras muchas cosas, esté equivocada…

No hay comentarios:

Publicar un comentario