sábado, 26 de noviembre de 2011

De excursión con los de verde

Ayer estaba tan cansada que hasta me olvidé de ir a yoga… como no estaba La Rubia ni cociné y comí unos espaguetis que iban a ser para el perro… agotada… coño y soy funcionaria, qué contradicción para algunos…

A lo que iba, que estaba agotada… ¿y eso? Eso se llama Guardia Civil y no sé qué demonios de la Interpol. ¿A que suena a peli de acción?

Pues ni de coña… que se vinieron de inspección conmigo para la lucha contra el fraude alimentario y la falsificación de etiquetados y no sé qué más.

No sé qué esperaban… encontrar una trama de sacrificios clandestinos, una red de venta de alcohol de una destilería clandestina… jo, para eso no creo que haya que ir a las industrias y establecimientos alimentarios, no? Tres picoletos llevándome en coche y entrando conmigo a los sitios… la gente se acojonaba y menos mal que explicaban que la que acompañaba era yo y no ellos…

Lo mejor fue cuando decidieron que era hora de un café. Entramos a un bar que ahora que se ha ido el veterinario de la zona, me ha tocado en el reparto. Todo el mundo fumando. Entramos y todos apagando el cigarro, y las camareras recogiendo los ceniceros. Me miré a los Guardias y les pregunté si iban a hacer algo. No es nuestra jurisdicción, dijeron. ¿Y no van a avisar a sus compañeros? No, menudo carácter tiene el (no sé qué rango dijeron). Algunos de los clientes se salieron a fumar a la calle mientras los guardias se los miraban con cara de cachondeo. Una de las camareras preguntando si no queríamos comer algo, ¿un montadito? ¿una tostada? ¿unos huevos? ¿un pinchito de tortilla? ¿un donut? No, no, no y no gracias.

Cuando fuimos a pagar la misma de antes diciendo que no, que nos invitaba. Insisto en pagar, le decía el guardia más viejo. No, no, invita la casa, decía la otra. No quiero, decía el otro. Y la otra ya casi desesperada. Con una risotada de esas de peli de terror cutre, el guardia cogió su billete y despidiéndose a diestra y siniestra de todos los clientes se fue hacia la puerta. Salimos mientras nos la sujetaba y al salir soltó un buenos días que casi hizo dar un respingo a los del bar. Por hoy no fuma ni Dios en ese bar, dijo el guardia.

Agotada. No es igual hacer las inspecciones una sola a su marcha que tener a tres tipos a los que explicar lo que estás haciendo y luego contarle las cosas al responsable de la industria y resolver las dudas a los guardias.

He dormido cual bella durmiente (quitemos el bella porque he despertado llena de legañas) y con energía para coger la fregona y hacer de Cenicienta toda la mañana.

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