En nuestras casas, al menos yo, antes de meterme en la cocina me lavo las manos y mientras trasteo me enjuago y me lavo con jabón continuamente. El simple hecho de tener las manos pringosas, restos de un alimento pegado a los dedos tras pelar, cortar, salpimentar, rebozar…. como que no…
Ya no es por higiene, es por simple comodidad… entonces, no lo entiendo… ¿por qué me estoy encontrando a tantas personas en cocinas cuyas manos el agua no la ven ni de lejos?
Ayer, que tenía una toma de muestras, el cocinero, muy educado y simpático, con su gorrito fashion pero poco práctico para evitar caídas accidentales de pelo, tan pronto estaba cortando gruesas rodajas de panceta, como dando vueltas al guiso, como metiendo tapers en la nevera, pasando la fregona y finalmente troceando lechuga tras haber cortado unos tacos de queso sin haberse lavado las manos en ningún momento. Como para darse cuenta de que no había jabón en el lavamanos… y como para darme cuenta de que la lechuga no se desinfectaba ni por el forro y descubrir el por qué de la pegajosidad de los accionamientos de la nevera.
Eso si, manos al mandil todas y más… y así estaba… acartonadillo y adoptando diversas tonalidades…
Como ya ha llegado un punto en que no me callo. Se lo digo como tal cosa, la crisis, la corrupción, no hay jabón en el lavamanos, ganó Marquez en GP, estás usando el cuchillo con el que quitabas no sé qué a la panceta para cortar queso, puede que llueva esta tarde… Desde luego sulfurarme no sirve de nada… a ver si metiendo estos mensajes “subliminales” en la conversación consigo taladrar alguna neurona y que integren estas cositas.
Muchos me tildarán de exagerada, pero mi consuelo es pensar que esto solamente pasa en Mordor y aledaños. Para mí que alguien sepa dosificar el desinfectante es casi una proeza y encontrar alguien que hable de actividades de agua o de Fo es casi milagroso (jo, iba a poner orgásmico pero me sonaba fatal).
Así que casilla número 1, agua y jabón, esos grandes aliados… a ser posible agua caliente y a ser posible secarse con papel y tirarlo (no guardarlo para la siguiente “secada”) y no, no me vale una pastilla de jabón de la abuela ni un envase pringoso de Mistol que tenga que coger y dejar y seguir guarreándolo…
Hurra!!!