viernes, 9 de febrero de 2018

Y a mí, plin...

Una de las cosas que más me flipa de este trabajo es cuando le estás señalando a un gerente/representante /técnico/titular/....póngase cargo.../ una deficiencia como un cúmulo de mierda de varios centímetros de altura o de longitud (real de esta semana) y el susodicho ser viviente que me acompaña diga que no ve nada, que no detecta esa deficiencia o que simplemente carece de importancia...
 
Por mi cabeza,  de forma simultánea, susurra la voz de mi yaya con eso de "para ti la perra gorda" mezclada con la voz hiperaguda de mi tía Pili y su "espera pollo que aún no te pelan" y me aparece la imagen de la cara de mi hermana Mery con su cara de asco supino elevada a la enésima potencia que me pone cuando le digo cualquier cosa que a su juicio es una imbecilidad que no merece la pena ni contestar... es una cara que parece que te abofetea.
 
Suelo insistir, volver a indicarlo, señalarlo, decirlo, una y dos y hasta tres veces, pero cuando siguen en su negación absoluta, paso de discutir, ni de gastar más saliva... mantengo mi mejor de las composturas, sonrío delicadamente y con un gesto sencillo, suave y natural, cojo mi boli y describo lo más pomenorizada, objetiva y detalladamente el cúmulo de mierda, al estilo:
 
En la parte trasera del estante tercero contando desde arriba, frente a la entrada de la cámara número 1, se detecta, tras el recipiente que contiene muslos y contramuslos de pollo en contacto con lo que parece el líquido de fusión generado en el proceso de descongelación, una acumulación de lo que parece materia orgánica con coloración marronácea con zonas amarillentas y anaranjadas, de textura compacta al tacto, pero que no se desprende de la superficie con facilidad....
 
En el suelo, bajo la zona de plancha se aprecia la formación de una masa de unos diez centímetros de altura compuesta por restos marronáceos, amarillentos e incluso negros y en la pared de azulejo blanco, los baldosines presentan regueros amarillentos y marrones que abarcan desde la zona superior de la plancha hasta llegar a contactar con la masa descrita anteriormente.
 
Entre los módulos de los armarios refrigerados sotabancos se aprecia en el pequeño espacio que dejan sus superficies, la presencia de restos de distintas coloraciones y aspecto reseco que al pasar la punta de un bolígrafo se desprenden y saltan dejando a la vista que dichos restos continúan a lo largo del lateral de armarios colindantes.... llegado el caso, si se pueden mover, les pido que lo hagan, pero a veces, les pido un cuchillo y voy sacando la mierda.
 
Si a mi supuesto interlocutor se la pela, se la suda, se la refanfinfla, le importa un bledo, un pepino, una mierda, un comino, se la bufa, se la trae floja, se la trae al pairo, se la trae sin cuidado, se la pela, le importa un pimiento, está en su derecho...
 
Y del mismo modo, aunque me la pela, me la suda, me la refanfinfla, me importa un bledo, un pepino, una mierda, un comino, me la bufa, me la trae floja, me la trae al pairo, me trae sin cuidado, me la pela, y me importa una mierda, lo miro falsamente preocupada y le recomiendo que se revise la vista.
 
Y sí, Marina, a pesar de esto, me gusta mi trabajo.