domingo, 11 de marzo de 2018

Una persona... simplemente

El otro día, entre otras cosas, me preguntaba un periodista si me había encontrado problemas en el trabajo por ser mujer, si me había sentido amenazada, minusvalorada, acojonada... por ser mujer en mi trabajo.

En estas cuestiones, mis respuestas parecen extrañamente simples: No, no he tenido problemas por ser mujer. Ser mujer no es el problema. El problema es la falta de cultura y la torpeza mental de algunas personas. (Personas, indistintamente del sexo que las defina física y/o mentalmente). 

Soy una mujer afortunada para algunas personas, una petarda para otras muchas, una cabrona para unos cuantos y una pedorra para mis hermanas... y para mí, soy una persona, una persona normal y corriente. Nunca he tenido problemas para hacer o estudiar lo que he querido... hice ballet como después me he aficionado al rugby, odio el barroco y le estoy cogiendo un gusto tardío a Satyricon (nunca es tarde para la música... pero anda que no tengo cosas por escuchar). Igual que La Rubia, no sufro brecha salarial, no peligra mi puesto de trabajo por quedarme embarazada ni tendré problemas para pedir permisos no remunerados para cuidar a mi prole o a mis padres cuando lo necesite... Y lo más importante, NO ME AYUDAN EN CASA.

Y sí, en mayúsculas... NO ME AYUDAN... Ni yo ayudo... Me revienta cuando dicen: Es que te ayudan en casa... ¿Cómo que me ayudan? ¿A mí?

¿No vivimos en la misma casa? ¿No tenemos horarios similares de trabajo? ¿No tenemos, por ahora, dos manos y dos piernas? ¿Hay que tener una formación femenina específica para poner una lavadora y tender la ropa y una formación masculina específica para usar el taladro? ¿Es mi obligación saber hacer una paella y su obligación cambiar un enchufe? ¿Dónde está escrito? Y si tengo un día vago o estoy cansada o me encuentro mal, ¿tengo que fregar el suelo yo? ¿Por qué? 

Al cabo del año creo que plancho una docena de camisetas, alguna camisa y algún pantalón... y ya no recuerdo cuándo limpié un lavabo. Esta semana tendí una de las dos coladas que cargué en la lavadora, saqué un par de veces el plástico al reciclaje y hace dos miré la presión a los neumáticos y el nivel de aceite de mi coche. La última vez que hice la cama fue cuando La Rubia se fue a Murcia de examen y esta semana quiero limpiar el polvo de los libros (llevo mentalizándome semanas pero es uno de los trabajos más inútiles del mundo) y cuando cese el diluvio limpiaré cristales, sin prisa, porque me la pela que tengan marcas de gotas...  En un rato me pondré con la comida porque quiero ver el baloncesto y mientras estoy escribiendo escuchando metal a saco, La Rubia está planchando viendo capítulos viejunos de Star Trek... y a ver si me acuerdo de regar al troll ese del rincón que está de nuevo loco sacando hojas (odio la puñetera planta, y qué aguante tiene la jodía)

En serio, ¿me ayudan? 
Pues eso... sin más... que mientras sigamos pensando en hombres, mujeres y redundantes, vamos mal... ¿tan complicado es pensar en y como personas y actuar como tales? Debe ser... Si al final La Rubia tendrá razón en eso de que vivimos en otra dimensión (que se cierra al abrir la puerta de casa y salir) 

1 comentario:

  1. ay, qué alegría ver que hay otra que también le revienta oír eso de "qué suerte tienes que tu marido te ayuda con la limpieza de la casa". Sí, la misma suerte que tiene él de que yo "le ayude" limpiando la mierda de los dos, suelo responder ( aunque a mi suegra no le gustó mucho esa contestación...)

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