jueves, 20 de marzo de 2014

Estupefacta (me encanta esa palabra y qué pocas ocasiones tengo de usarla)

Llevo unos días liada… esto de tener que estudiar por las tardes me está costando más de lo que pensaba… y más, cuando son temas que aborrecí en la carrera… aunque hay que reconocer que cuando los temarios están bien trabajados y los profesores se molestan en intentar hacer interesante algo casi odioso, las cosas cambian mucho… no es que me encante la estadística pero, a estas alturas de la vida, me da menos grima enfrentarme a ella…

Tras una nueva/vieja excusa a mi dejadez blogística, voy al grano…

Tengo un compañero que es la tranquilidad personificada. Es un tipo de ademanes serenos, tono de voz comedido, pinta bonachona y con un toque de humor que hace que las conversaciones siempre acaben en sonrisas.  Nunca dice que no a nada ni pone malas caras cuando le pides que te ayude con alguna historia del trabajo. Nunca le he visto gritar y sí, claro que se enfada, pero no suele dejar que las cosas se salgan de madre… yo solamente recuerdo un par de veces de verlo cabreado pero ni un estallido, ni una explosión…

Cuando tenemos algún marrón gordo, que te acompañe, hace que la tensión disminuya y parece que transmite tranquilidad y eso ayuda a que las actuaciones difíciles sean un poco más llevaderas. Su tono de voz sosegado, su tranquilidad y seguridad hace que hasta el más gritón baje el volumen.

Por eso, cuando alguien le llama a propósito al trabajo para amenazarlo de muerte, te quedas alucinado… como él, que se quedó estupefacto,  con el teléfono medio colgando de la mano…

¿A qué situación estamos llegando? Estamos todos a la gresca. Que uno hace un ceda el paso, el que va detrás se cabrea y se baja del coche a arreglarlo a tortas porque tiene prisa… que el otro dice buenos días, el uno se lo toma a la tremenda porque su equipo favorito perdió y se piensa que el otro se chotea… que llevas años (ni uno, ni dos, ni tres) diciendo por las buenas las cosas hasta que no te queda otra que dejarlo más claro con un acta… pues ni corto ni perezoso, te mataré…

Hacía tiempo que no recibíamos llamadas intimidatorias… yo recuerdo la primera e irme directamente al baño con unos retortijones de espanto… las siguientes seguían con visita al baño pero ya era capaz de contestar absurdeces como “si me pinchas con el cuchillo, pincha el michelín”, “no me hagas mucha herida que quedará fatal la cicatriz en biquini”, “clava el cuchillo pero no me mates… si yo con tal de ir a Zaragoza…” y cosas así…

La verdad es que con estas cosas no se consigue nada, salvo encabronar al inspector… pero es que ni esas… que no… (es raro, pero no te cabreas… es una sensación extraña pero no te merece la pena perder un minuto de tu vida en cabrearte con un pobre desgraciado y yo lo de ser vengativa como que lo dejo al karma, que según mi hermana funciona)

Así que ayer le estuvimos preguntando por sus flores preferidas, que si dejaba el piso con un alquiler simbólico, que si le hacíamos misa… que fue bonito trabajar con él…

Aunque en el fondo es preferible encontrarte una llamada de estas que encontrarte a uno que directamente te agrede… porque hay que ser muy bocas y muy chulo, llamar, identificarte y decirte que te va a matar… perro ladrador… Pero que no tema, que no pensamos hacer sangre de estas cosas, solamente es una anécdota más que podríamos habernos ahorrado…

martes, 11 de marzo de 2014

Iván es cocinar…

Con retraso escribo esta crítica gastronómica de hace dos fines de semana en Zaragoza… Lugar: Casa de Iván (el bloguero que aparece en la columna de la derecha), en una calle recóndita de un barrio de las afueras.

El menú que hacia las cinco de la tarde nos comunicó el chef vía WhatsApp, consistía en: Canelones rellenos de morcilla con pimiento rojo y pacharán, Fideuá de carne y Tiramisú, acompañado de distintas cervezas y sidras irlandesas. También hablaban algo de un Bulldog para después, y obviamente no era pasear un perro… Al pronto pensé, ¿esto para cenar? morimos… pero nada más lejos de la realidad.

El recibimiento, pastafari pirata incluido, consistió en una cerveza en jarrica helada… Marlen para algunos, Ambar 1900 para otros… Desde la cocina llegaban los efluvios a comida rica y todos los que estábamos allí comenzamos a salivar como buenos ejemplares de Pavlov.

Los canelones, a los que yo estaba asustada por eso de la contundencia  que se le presupone a la morcilla, aparecieron en la mesa.

2014-03-01 21.36.19Equivocada por completo. Suaves, ligeros pero a la par sabrosos. El puerro y la cebolla, el sabor del pacharán, un ligero toque de bechamel con nata y queso emmental, junto a la morcilla y finos trozos de pimiento rojo, todo era perceptible en la boca y casaba a la perfección. Lo acompañamos con una Inedit, que tiene la gracia de tener tantos y tantos matices que sabe diferente según la comida. Por unos segundos se dejó cualquier conversación; después, las primeras muestras de aceptación del plato en forma de mmmmhhh.

Después abrimos una cerveza que nos gustó a todos.2014-03-01 21.57.28 La Tripel Karmeliet.

Con sus buenos ocho grados y pico entraba suave, con sabor y aromas a hierba (a heno según algunos), para terminar con un toque seco pero sin ser bastorra (mis catas de cerveza son muy de andar por casa). Está elaborada con trigo, avena y cebada y resultaba especiada. Curiosa y compleja, creo que tendremos que añadirla a una jornada cervecera de las nuestras.

 

A continuación, la fideuá de carne. Personalmente me gusta más de 2014-03-01 22.15.25pescado pero hay que reconocer que estaba buena. Si es que con buenas materias primas y buenas manos, no pueden salir las cosas mal (salvo accidente culinario extraordinario).

Siendo un poco criticona, estaba un poco “humeda”, pero es que nosotros estábamos en plan de migas-migas-migas e impacientamos al cocinero haciéndole sacar antes el plato, a pesar de que él ya nos lo advirtió.

A todo esto, la Karmeliet ya se había terminado y tras una Cobra King que pasó algo desapercibida, aparecieron unas sidras irlandesas… curiosas, curiosas… ni cerveza, ni sidra en plan asturiano o vasco… una alternativa que además se puede servir con cubitos de hielo. Habrá que indagar más…

Y llegó el apoteosis… el mejor tiramisú que haya comido en mi vida… y no exagero… Y sí, no lleva cacao… son lascas de chocolate negro que incluso encontrabas inmersas en el postre.

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Tenía un ligero sabor a ron en un café rico. No estaba en extremo dulce (no soporto los postres megadulces y empalagosos).

Suave con la nata montada, se deshacía en la boca y te sorprendía el chocolate duro. ¿Es el cielo? Si no lo es, debe estar cerca… qué bueno… ya no he podido comer otro tiramisú sin entrar en comparaciones odiosas (una compañera de trabajo hizo uno para su cumpleaños y sí, estaba rico, pero si eso era tiramisú, lo de Iván era otra cosa a la que deberemos bautizar con un nombre mejor)

Después apareció una botella curiosa por la mesa, un licor asidrado canadiense hecho con manzanas heladas de las variedades McIntosh y Espartanas (yo es que leo todas las etiquetas). De color rojizo, esta sidra de hielo presentaba una acidez combinada con un sabor dulce que fue apreciada hasta por La Rubia, que no bebe licores, alcoholes de alta graduación, bebidas espirituosas  ni chupitos de nada (parece ser que por un trauma adolescente en el que se vieron implicados unos bombones de chocolate blanco y una botella de vodka).

Yo me pasé al mojito, otros a la ginebra Bulldog con sus bayitas de enebro, otros siguieron con las cervezas… menos mal que teníamos choferesa que nos dejó cansados pero satisfechos en el puente de los gitanos…

Ni pesadez nocturna, ni barriga hinchada… un ligero dolor de cabeza a la mañana siguiente (no estoy ya acostumbrada a tanto bebercio). El listón ha quedado alto, altísimo… si yo cocinase así de rico, sería como la madre de Gilbert Grape…

Esos canelones los tengo que intentar… y el tiramisú, no sé ni siquiera si intentarlo porque era insuperable…

Iván, ni siquiera te plantees ir a un concurso de cocineros aficionados, directamente pide trabajo como crítico de la guía Michelin o móntate un coqueto restaurante… menudo morro puta que gastas… Qué buena cena!!!

sábado, 8 de marzo de 2014

Como un perro bajo la lluvia

Un montón sin escribir en el blog… entre estudiar porque el jueves tenía examen del curso que me ha costado una pasta, el finde en Zaragoza, los pelos del perro haciéndose fuertes por la casa, la liguilla del padel y mi habitual enganchada a los libros… excusas, excusas…

Hace unos años, tres o cuatro, me sentiría ahora agobiada, nerviosa, estresada… ahora me quedo pasmada ante la ineficacia de la administración para la cual se supone que trabajo y pongo todo mi esfuerzo en hacer las cosas lo mejor posible…

Hace diez días que tenemos una muestra en la nevera… urgía mucho por una denuncia de una consumidora… ya… ya veo las prisas… Si cuento toda la historia uno se daría cuenta de que la muestra no vale para nada de nada… ni es del lote afectado, la denuncia no se hizo por los cauces administrativos y hay una completa indefensión del fabricante… Reglamentaria, nos pedían… y urgente… se me cabrearon en la dele por cuestionar unas órdenes inespecíficas, inexactas y sin sentido… joer, si la que se tenía que cabrear soy yo, no te jode… al final, ni reglamentaria ni por lo visto urgente… allí está, aunque menos mal que no es tan perecedero que empiece a oler…

Pero aquí no acaba la cosa… se supone que cualquier actuación que tomas, véase una inmovilización cautelar, debe ser ratificada por la autoridad sanitaria en 48 horas… vale, pues pasan de las 100 horas y ni ratificación ni leches… ¿la semana que viene? quién sabe… y la inmovilización no se hizo en viernes a última hora…

Y luego están los muestreos… anulados una y otra vez porque no hay medios de cultivo para los análisis… el material sigue brillando por su ausencia tras la urgencia de presentar la solicitud, de volverla a presentar porque decían que no la tenían, de volverla a presentar para que fuese en el mismo formato que ya se había presentado, de volverla  presentar porque alguien decía que no lo tenía, y así como seis o siete veces… coño, es más sencillo decirnos que no hay material y que nos aguantemos… cuando se acabe el soporte para escribir inspecciones ya usaremos folios… y ya buscaré hojas de calco de las que tenía mi madre por casa porque como la fotocopiadora se estropeó y lleva cuatro meses desaparecida… ups, y tendremos que usar papeles de los archivos porque nos queda un paquete de folios…

Ya no merece la pena estresarme, agobiarme o no dormir… al igual que ya me niego a comprar pilas y folios… me siento tan pasmada que me quedo helada hasta que me entra una rabia que se extiende desde las puntas de los dedos de los pies hasta mi coronilla y me dan ganas de gritar y gritar… Qué manera de cargarse la administración… y qué contentos se sentirán algunos y qué satisfechos otros y qué torzón de gratitud nos embargará a todos…

Bueno, como la canción que suena ahora en casa, como un perro bajo la lluvia, así me siento… pero me queda algo de rasmia para no reblar y seguir pensando que mi trabajo importa y que hay que seguir y seguir… aunque traten de volvernos inútiles, hay que seguir y no desfallecer…