jueves, 6 de febrero de 2014

Quédate con mi cara…

Una de las inspecciones de la mañana ha sido a un restaurante de carreteras de esos que o están a tope o completamente vacíos. Lo heredé de alguien que ha pasado a “mejor vida” (ahora es jefe de un servicio casi inexistente) y en la primera inspección casi me muero del susto ante el marrón que yo misma me había adjudicado…

Salvo excepciones en las que vea que existe una situación que entraña riesgo real y entonces no me planteo otra cosa que acta para sanción o realizar alguna otra medida inmediata, prefiero en el primer contacto dejar clara la situación. Eso hice con este sitio como hago con otros. Hice una inspección exhaustiva, viendo incluso como cargaban el tren de lavado o como emplataban los servicios de la comida… les agoté y me agoté y de allí salió una inspección tremebunda con las deficiencias, las que eran prioritarias y las que eran para planteárselas a plazos… y para dar una de cal y otra de arena, valorando las cosas buenas que también hacían.

Por lo visto encargado y jefe (que a este no lo conozco) se sentaron largo y tendido para tomar medidas… les ha costado casi un año pero en la inspección de hoy me ha quedado claro que son de los sitios que se toman las cosas en serio y que hacen todo lo posible para mejorar.

El sitio estaba muy limpio, hasta la zona interior de la barra, esa que siempre encuentras mugre porque es laboriosa de limpiar… con la de moho y restos negruzcos costrosos que tenía. Los almacenes ordenados, si polvo, sin telas de araña. La maquinaria sin costra reseca en la tornillería o en los accionamientos. Las cámaras bien estibadas, sus temperaturas correctas, ni un olor desagradable ni un rastro de alimento fuera de sitio. La cocina con los restos de la faena normal. Los cubos de residuos limpios por dentro y por fuera, los registros justos y necesarios sin grandes fantasías… y los trabajadores a su marcha sin hacer pifias que me hicieran torcer el morro. Vamos, que he pulido casi todo el histórico que tenía… y sí, me tomaría allí un almuerzo tranquilamente.

Me ha hecho gracia una mujer que no paraba quieta un segundo y que no  había visto nunca, que antes de irme, me dice: “Quédate con mi cara, porque mientras me veas esto va a estar limpio”… Esta mujer no sabe que me quedo con las caras de la gente, aunque a veces no las ubique del todo… Espero verla en la próxima… Uno menos en la lista de marrones, qué alivio.

1 comentario: