jueves, 29 de noviembre de 2012

Perdone señor, ¿eso de allí es un ratón?

Sobrevivimos, que no es poco, al día de acompañamiento con la Guardia Civil. Tengo que agradecer muy sinceramente la ayuda y apoyo que me dieron. Gracias a su presencia, por fin, logramos entrar en el establecimiento que llevábamos seis años tratando de inspeccionar.

Entiendo que nunca nos dejaran entrar. De verdad, que yo tampoco permitiría el paso ni a mi madre a ese… ese… ese… lo que sea.

Pero entrar no fue nada sencillo. Y cuando conseguimos que aparezca el titular, dice no tener llaves y que nos larguemos hasta las once, que será cuando llegue el hermano con las llaves. Yo flipaba. El sargento, más. Con toda la educación obtenida de colegio de monjas y haciendo uso de la expresión favorita de un compañero,  le decía que cuanto menos resulta extraño que siendo un almacén, no tenga más que una llave y justamente la tenga el hermano que está a casi una hora de distancia. Y el tipo se encogía de hombros y te empezaba a contar unas historias que ni las aventuras de Willy Fog.

El sargento, todo amabilidad y con cierta retranca le decía que no importaba cuándo aparecieran las llaves, que de allí no nos movíamos y para colmo llamó a una segunda patrulla para que controlaran el portón trasero, no fuera a ser que mientras nos liaba delante, sacasen las cosas por detrás.

Oiga, mano de santo… diría que el tipo se hizo caquita, pero suena a Bruce Willis… ni Tamariz hace un truco tan bueno sacando una llave… del lugar, claro está… ¿qué es esto? ale hop, una llave…

¿Y qué contar que no parezca una exageración? Lo que me dejaba helada eran las excusas que nos ponían para lo que les iba mostrando. Me imaginaba mis ojos como huevos ante mi pasmo… hubo momentos que me daban unos calores como de ira y de vergüenza, pero vergüenza profunda por la tomadura de pelo, seguidos de un frío que casi me dolía la columna cuando el hermano me miraba como si me fuera a abrir en canal.

Le mostraba unas bebidas caducadas en el cercano año 1998, sí, está bien escrito. ¿Y esto? y sacaba las botellas con tal capa de polvo acumulado que parecía que las torres gemelas habían caído allí mismo. Y contestaba: “es que no hemos tenido tiempo de tirarlas”… jo, pensaba yo, pues a mí me ha dado tiempo de acabar la carrera, trabajar en cuatro sitios y sacarme unas oposiciones… Pero es que en cada caja, palé, rincón, suelo, cosa que sostuviera más cosas, había productos caducados, del 2001, 2003, 2004, 2006, 2007… hasta cosas ya recientes pero caducadas.

Había un perro entremedio de los productos alimenticios. No me dan miedo pero tampoco soy de tocarlos y como huelo a chucho se me acercan y solamente les hablo sin mirar, como dice Cesar Millán. Y el tipo decía que no era suyo… ¿pues qué puñetas pinta allí? Con sus caquitas junto a las berenjenas de Almagro y las Aceitunas de Jaén… y unas latas tan oxidadas y abolladas que era imposible leer la pegatina, las que tenían.

Aunque claro, para rematar veo algo con pelo, patitas… bastante muerto… perdone señor, ¿eso es un ratón? Y el tipo que no, que eso no es nada… cojo unos guantes para tratar de cogerlo pero está tan pegado al suelo que  arranco una patita, como si fuera eso carne de zombie podrida (lo que no era mi intención)… Oye, ni inmutarse… pues allí se quedó.

Cuando le mostraba envases de encurtidos dentro de una caja de herramientas, otros con heces de ave sobre las tapas, huevos Kinder metidos en cajas de insecticidas decía que eso ya no era almacén… coña, pues ¿dónde está la línea en el suelo, pared, dimensión paralela o agujero negro que separa lo que es almacén de lo que es la casa del terror?, porque yo veo lo mismo mire donde mire.

Lo que ya me dejó anonadada y ya pasé de preguntar nada más fue encontrar un recipiente de esos altos de aceitunas a granel, vacío de aceitunas, pero sucio con incluso mosquitas muertas dentro, en medio del resto de productos. Me dice que es para llenarlo de agua. ¿Para qué lo va a llenar? Pues si alguien me pide agua, para lavarme, para lo que sea… ay señora que usted es una pesada que no quiere entender nada…

Joer, pues la pesada se quedó sin boli de escribir. Imposible describir el caos… si se pudiera decir nido de mierda en un acta… es que no había por dónde cogerlo.

Hablando con el jefe que debía tener frito al jurídico me dice que precinte el local porque no se sabe qué hay caducado, no hay espacio libre para separarlo y no podemos estar allí dos días haciendo recuento. Les informo de eso y me dicen que no. Que no se les cierra. Que pase de las órdenes del jefe y espere al viernes por la tarde. Por favor. Por favor… Y yo mordiéndome la lengua pensando, ahora me vienes con el por favor cuando nos escupiste a la cara en marzo y no nos dejaste pasar… cuando hace un par de años no nos abrías delante y sacabas el camión por detrás para darnos esquinazo y lo único que podíamos hacer era perseguirte un poco para al menos tocarte las narices… No. No soy yo con la que tienen que discutir. Mi jefe dice que precinte y yo precinto… menos mal que el sargento templaba gaitas, que ya me veía con la cara del revés.

Tras escribir, hizo las alegaciones y manifestaciones que quiso. Obviamente todas diciendo que mentía, que no estaba desordenado, ni sucio, que era injusto el cierre, que no había un ratón, ni heces, ni cagadas de ave, ni envases caducados… Y no quiso firmar el acta. Pues bien, yo se la leo y le dejo una copia… que la puede usar para lo que quiera.

¿Alguien cree que el precinto sigue en su sitio? Ellos verán. Lo que tengo claro es que allí hay que ir acompañado de la guardia civil. Intenté memorizar los rasgos de los hermanos para salir por patas en caso de que me cruce con alguno.

Parece gracioso, verdad? Pero no lo es. En absoluto. Menos mal que no es lo habitual.

3 comentarios:

  1. Agh, que asco. Bien hecho. Esto sí que debería salir publicado, en la tele y donde sea. Gracias por tu trabajo y gracias por contarlo para que os riamos, pero que mal rato tuviste que pasar. Es raro pensar en los guardias civiles fuera de las multas de tráfico.

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  2. Lo conseguisteis!! Aunque no sé si después de haberlo visto es casi peor. Pero está muy bien eso de disponer de los cuerpos de seguridad del estado para estas cosas, que hay gente que le echa una cara que si no es con los hombrecillos verdes no entran en razón. Vamos, que si vuelves que te acompañen, que cualquiera se fía de semejantes individuos

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    1. Me parece que tras esta actuación, habrá que ir siempre acompañada de los de verde... por mucho judo que sepa alguno de los chicos de la oficina... además, creo que será la única forma de poder volver a entrar.
      Está claro que ha sido por nuestra tenacidad y perseverancia... somos tozudos y cabezones... porque está visto que los jurídicos y megajefes pasaban del tema... espero que al menos, en su interior, sientan cierta vergüenza ante el poco apoyo que nos han brindado...

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