jueves, 24 de mayo de 2012

Pelotas, desgracias, desastres y delincuentes…

Esta mañana he cogido mis cachivaches y haciendo de “choferesa” he llevado a dos compañeros a uno de esos pueblos que ha quedado sin servicio veterinario. Compartimos coche más que nada por ahorrar gasofa pero también es cierto que no está de más que haya alguien cerca al que pedir ayuda en un momento determinado.

Para los del pueblo debe dar la sensación de que vamos de batida… Una vez que hemos llegado, cada uno se ha dispersado hacia sus inspecciones.

En la primera, el dependiente de la pescadería sabía hasta mi nombre (he alucinado) y me cuenta que se había informado sobre mí preguntando a unos conocidos de su pueblo (en otra provincia cercana)… toma ya… peloteando dice que me hará caso porque le han dicho que sobre el tema del pescado sabía bastante y que era durilla… ups, debo ser peor que la bruja Avería… pero lo que no sabe es que a mí lo del peloteo me la pela y mucho.

La verdad es que estaba mejor de lo que esperaba, con el etiquetado más o menos bien, el pescado cubierto de hielo y no nadando en el agua de fusión, fresco (el pescado, me refiero)… había muchas cosas a mejorar pero visto el histórico le han debido meter miedo conmigo…

En la carni- charcu, que ya había estado hace unos meses, había hecho casi todas las correcciones y las deficiencias son de esas de “cuando tengas un rato repasa tal cosa”, “ordena esto un poquito”, “vigila esta cámara que parece que la temperatura está un poquito más alta”… vamos, que las pones para que la historia no se desmadre en un momento dado. A nivel de inspección, bien, pero a nivel “social” he pasado un rato fatal. Cuando se ha ido la clientela me dice “ay, te voy a contar una cosa porque tengo que desahogarme y contársela a alguien y como tú no eres de aquí, no creo que lo vayas a cotillear” y me he contado una desgracia familiar sobre una enfermedad terrible y una niña… uf, yo no soy de tocar/abrazar al prójimo y menos cuando no los conozco, y que se me echen a llorar por historia de la inspección, lo capeo bien, pero para estas otras situaciones, lo de “dar esperanza” me cuesta porque por mi cabeza se pasea mi vena científico-enfermiza, mezclada con el “tía, no tienes corazón o qué, idiota, ¿tú cómo estarías?” y me siento torpe de cojones. Ha acabado agarrada a mi cuello llorando y yo intentando calmarla… Pobrecica, de verdad, que nadie merece un trago como ese. Al cabo de un buen rato (a lo mejor era menos pero a mí se me hacía enorme) me ha dado dos besos de esos de ruido a lo mi tía Pili y me ha dado las gracias y unos chorizos para que los pruebe, que por más que he insistido e insistido en que no los quería se ha emperrado en ello casi volviendo a llorar, “por las molestias”, decía, y que he repartido con los compañeros. La verdad es que casi prefiero que me griten o me lloren por la inspección a que me cuenten esas cosas… y lo de que me den algo lo llevo también fatal, porque hay gente que te lo ofrece de verdad, y si no lo aceptas se cabrean y lo toman como algo personal, así que esta vez he aceptado.

En el último sitio, un restaurante de esos de carretera, el encargado me suelta nada más llegar que un fulanito le había dicho que estaban los de sanidad por el pueblo y como hacía un tiempo que nadie iba por allí, que por si acaso, había apuntado temperaturas, limpiado no sé qué, ordenado no sé cuantas… con las prisas, ya había anotado las temperaturas de mañana y de pasado mañana (muy veraces, la verdad, no te digo) y lo de limpiar y ordenar con prisas, ya se sabe, arrastro y disperso la suciedad formando una capa uniforme de grasa y acumulo trasto sobre trasto para que parezca todo más apañado… vamos, un pequeño desastre…

De todas formas, como lo de ayer, nada… para un tipo de mantenimiento de un hostal que lleva medianamente el tema del agua, su pozo, el clorador, las temperaturas de los acumuladores, las purgas y demás de la legionella y del agua de consumo, van y lo detienen por varios atracos a mano armada… manda narices… y yo tan panchita con el tipo este que no salía del hostal porque como lo vigilaba de noche y de paso hacía el mantenimiento de las instalaciones… y el “jodío” era apañado…

1 comentario:

  1. A veces en el despacho hay gente que llora y lo pasas un poco mal. Yo soy de las de siéntese y tome un vaso de agua.
    Jo y los otros, que bocazas más grandes y lo del delincuente, que caja de sorpresas es Mordor, ¿no? así tienes estas historietas para contarnos
    Buen finde

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