domingo, 27 de noviembre de 2011

Un domingo casi perfecto

Desayuno con el libro, lástima que no tuviera pan suficiente para hacer unas tostadas. Ducha, ropa cómoda que me voy con el perro a que corra un poco por el campo.

De lejos se oían los tiros de los cazadores… atravesamos el pueblo. Ni una persona, ni un coche… solamente nos encontramos a Randy, un perruno muy simpático que me ha pisado con sus patas llenas de barro. Llegamos hasta un camino tan poco transitado que ya no parece ni camino. Por si las moscas, y aunque sé que el chucho no me va a hacer mucho caso, le digo que no se vaya lejos (ya, soy una majara que intenta razonar con los animales).

Olisquea por aquí, huele por allá, mira a lo lejos porque se oyen ladridos y tiros, pero están muy lejos. Una carrerita por aquí, ahora me espero a que vengas. Charco hasta las corvas y yo me lleno de barro. Hasta aquí llega la basura del pueblo, un envase vacío de gel, unas latas de cerveza, un montón de bolsas de plástico y hasta los restos de un mueble… qué cerdos!

Hace un frío de la porra, a pesar de que luce el sol. Aprieto el paso para entrar en calor. El perro sigue con sus carreras y derrapes y de vez en cuando viene corriendo a saludarme como diciendo, qué guay, mola. Nadie ni nada, ni siquiera nos llega el ruido de los coches que pasan por la carretera…

Una horita más tarde el perro vuelve a casa con botas de barro (como yo) y los dos con una sed atroz. Solamente nos hemos cruzado con un señor mayor encorvado en grado extremo. El perro parecía cansado pero en seguida busca su pelota para jugar. Hago cuatro cosillas de limpieza casera y ya me pongo manos a la obra a cocinar escuchando discos viejos de Placebo. Tras comer, La Rubia prepara café y yo me acomodo en mi sillón de lectura. Paso de la F1. Página tras página, avanzo con la novela hasta que ya me ilumino con el reflejo de la tele y una farola de la calle. Porras, con lo cómoda que estoy. Noto las rodillas chirriar al levantarme. Nada, mejor nos vamos a sacar al perro de nuevo.

Hace frío. Nos cruzamos con un atajo de mujeres con los pelos huecos. Un Yorkie se nos pone chulo y el nuestro reprime un mordisco. Un tipo con parsimonia viene a por el perro llamándolo idiota. A la vuelta hemos visto a Lolita, una perra que parece que toma café. Se pone panza arriba para que le hagamos cuatro carantoñas. Desde luego, tenemos más vida social con perros que con personas…

De nuevo en casa (aunque seguimos pensando en que es una casa provisional, la nuestra está lejos). La Rubia está con su libro de un arquero en la guerra de Inglaterra con Francia y una cervecita junto a él. Yo he puesto el tenis pensando que ya acababa pero comienza un último set. Me da igual quien gane. El perro juega con un calcetín viejo en el que dentro tiene un hueso de goma.

En cuanto acabe de escribir esto volveré al libro aunque sea un rato antes de hacer la cena… empanadillas al horno, receta de Arguiñano de hace años que La Rubia me enseñó.

A este día le pega una canción… buscaba una alegre y marchosa pero pensándolo mejor, hay días en que el silencio y no ver la cara de nadie es un gustazo… Enjoy the silence

2 comentarios:

  1. No ha estado mal el finde... se nota que está entrando el invierno, la gente está en sus casas aunque he de reconocer que el sol calentaba en las horas centrales del día y daba gusto pasear...

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  2. Hay veces que es mejor tratar con animales que con humanos. Muy bucólico tu domingo, demasiado para mi gusto.

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