martes, 22 de febrero de 2011

Desmontando a un trajeado

Al fin hablo de los trajeados. La entrada anterior sobre este tema se llamaba “odio a los trajeados”. Desde que la escribí, mi concepto de los trajeados no ha variado sustancialmente (siempre existirán excepciones, pero son las habituales en toda regla). De hecho, con el paso de los meses, han terminado mostrando su afilada lengua o incluso su lengua bífida y sacando garras… no hay nada como dejar pasar el tiempo para que cada cual muestre su auténtica naturaleza.

Jo… madre que parrafada. Sigo. Me inspira muy poca confianza el tipo ya entrado en años que me trata de esa forma extraña entre colegueo con un toque de ligoteo y mucha chulería con cierta dosis de paternalismo (no sé si me he explicado, pero es algo raro, raro, raro). No sabes nunca si están ligando, fardando o directamente farfullando gilipolleces… ups, los estoy poniendo genial…

Si a ese trato tan raro e inexplicable le añades que junto con su clásico traje lleva:

a) calcetines molones a rayitas de colores o con dibujitos animados con zapatos castellanos o zapatos de cordones con suela de cuero de los finos, bien lustrosos y embetunados que casi llegan a reflejar

 

b) pulseritas de cuero o cordones con detalles en acero o plata, o pulseritas trenzadas por sus hijas (supongo y espero), junto con reloj rumboso y grandilocuente – no he encontrado foto con ambos complementos que no llevase un brazo hasta las trancas de tatuajes…

 

c) bufanda o pashmina superestupendas colocadas alrededor del cuello con un estilazo que te hace pensar que se ha pasado diez minutos ante el espejo (y que se deben sostener con loctite o con alfileres). Normalmente dejan el logo bien a la vista o en su defecto el pedazo etiquetón con la marca.

d) pelo repeinadísimo, con estudiadas minigreñas, a veces con colores sospechosamente artificiales o bien minuciosas estructuras espumadas y lacadas para evitar mostrar la temida calvita (no pongo fotos que solamente me salen tíos buenorros)

e) al menos dos teléfonos móviles, entre ellos una blackberry o un iphone o el último modelo de lo que sea que les suena continuamente y además con sonido de bolero, pasodoble o Beyoncé con su single ladies (????, pero cierto)

… sale uno de los trajeados con los que me toca lidiar en las pocas grandes empresas que hay por mi zona. Son los que nunca son culpables ni responsables de nada y que con gran ceremonia y pomposidad te “ofrecen” a poner en marcha mecanismos para mejorar el funcionamiento de la industria, almacén o lo que sea de los que son gerentes administrativos, ejecutivos de cuentas o yo qué sé qué títulos de representación ostentan.

La cosa es que aparecen con su sonrisa profiden, alargando la mano para o bien besarte la mano (aayyyyyy) o bien para agarrarte la mano y con un estudiado giro de muñeca acercarte y soltarte dos besos (ayyyyyyyyyyy). Hablan y hablan, parlotean y parlotean enredándote durante toda la inspección (que digo yo que se podrían poner una batita o algo cuando tú vas con tu cubrecabezas, calzas y demás). Te marean hasta límites insospechados de tal manera que acabas escribiendo una inspección dejándote la mitad de las cosas que querías (y diablos, toca volver antes de lo deseable para intentar poner al menos la mitad de la mitad porque otra vez hay que aguantar el rollo)…. al final, nunca hacen nada de nada y siempre estás con la amenaza del expediente sancionador.

Es entonces, cuando ya ven la actita, el momento en que como la antigua Diana de V se quitan la piel y demuestran la mala leche que gastan… jejeje, no esperabas menos y hasta casi disfrutas cuando se les hincha la vena de la sien o del cuello y se ponen rojos como cerezas… y ya no parlotean tanto y aprovechas para soltarle todo lo que querías decirle inspección tras inspección…

… y cuando ven que no entras al saco, que pasas de sus aspavientos y que hasta parece que lo estás pasando bien, cogen aire, se recomponen y te piden perdón e intentan “hacer las paces” como sea… hasta intentado regalarte una tarta (de verdad ha pasado)…

…eso sí, el acta ha quedado niquelada…

7 comentarios:

  1. A mi me daria miedo aceptar una tarta de una empresa que tenga muchos expendientes malos o sobretodo ceses de actividad. Pero a lo mejor me la quedaba y se la regalaba a la vecina de arriba (que se pasea en tacones a horas inadecuadas)

    Saludos...

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  2. Este estudio es más completo que el de odio a los trajeados. Me ha gustado. Me recuerda a algunos especímenes que aparecen por la oficina en la que trabajo (soy recepcionista, telefonista, secretaria, chica de los cafés y esas cosas) La tarta a la cara se la tiraría yo

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  3. Que bien lo explicas. A mi tambien me ha pasado en algunas ocasiones (no tanto con esa pinta como las maneras) y es igualito-igualito.

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  4. Hacía tiempo que no leía una descripción tan bien hecha de los "trajeados"

    Cómo me alegro de vestir como me dé la gana y sobre todo de tener todos mis calcetines negros (o grises vigoré en su defecto)...

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  5. Los calcetines a rayitas y colores con vaqueros o si eres un modelo que hasta se ponen faldas... es el conjunto con la babilla en la comisura de los labios lo que me horripila y me asquea... puedes ir con traje o ser todo un gentleman y no ser un puñetero trajeado.
    Eso sí, podrá intentar engatusarnos con baratijas y tartas, invitaciones a café o lo que quiera, que ya somos expertos en rechazar con gracia, elegancia, socarronería o chulería (en función del trato)... Lidia, ármate de paciencia

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  6. jaajajj, me he reido muchísimo con la descripción y, mientras leía, me iba viniendo a la cabeza más de un gerente-administrador-coordinador de logística con los que he tenido que lidiar. Lo que no me había fijado es en los calcetines así que si mañana, que me toca ir a ver a dos peces gordos, me pillan mirándole los pies será por tu culpa:-)

    (Mereció la pena esperar por tu entrada sobre los trajeados)

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  7. jajajj es perfectamente lo q pasa...

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