viernes, 31 de diciembre de 2010

Adiós 2010

 

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Para muchos el año 2010 ha sido como la foto, nubes que penden sobre tu cabeza mientras esperas que caigan rayos y truenos y arrasen con lo que hasta ahora ha sido tu vida “normal”.

Para otros ha sido un año como la siguiente foto: una montaña de piedra que escalar y escalar, con esfuerzo y tesón para intentar conseguir el objetivo buscado, no siempre alcanzado.

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Para otros, el año 2010 ha sido algo parecido a esto: conseguir ver más allá del bosque sin que nada se te ponga por delante y te impida ver con claridad quién y qué eres… afortunados ellos…

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Para otros, el 2010 ha sido un túnel que nos ha dejado exhaustos, agotados y con una idea borrosa de lo que puede ser nuestro futuro   image

Menos mal que cambiamos de año…

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Aunque todavía tenemos mucho que andar, llegaremos, seguro…

Feliz año! Nos vemos

martes, 28 de diciembre de 2010

Hoy me han besado

Jo, pues menuda noticia pensarán algunos y otros opinarán que estoy idiota.

Vale, afino más: Me ha besado un tipo de un bar.

Jo, pues seguimos igual, qué chorrada…

Bien, detallemos más: me ha besado un tipo de un bar con el que he tenido más broncas que una tarde de televisión de telecinco.

Me he quedado patidifusa cuando al entrar en el bar se ha acercado y me ha dado un par de besos con ruido incluido. Ups, éste me ha confundido con otra- he pensado. Pero no, me ha saludado, felicitado la navidad, preguntado si quería un café y me ha abierto paso hasta la cocina.

Antes, ir allí de inspección era coger boli, acta y ponerte a escribir porque no te dejaba entrar al bar, porque se cagaba en tus muertos o porque te cogía la hoja de inspección y la hacía trizas. Fue coincidir un día que estaba el tipo en plan energúmeno subido con la presencia de su novia y empezar a arreglarse las cosas… la que se montó ese día. Ella diciendo que era cierto lo que le decíamos sobre la gorrinería y el desorden; el otro no sabiendo con quién tener bronca, si con ella o conmigo. Y yo sin saber si discretamente esconderme junto al congelador o silbar mirando al techo… como siempre que hago nervios, cuando llegué al despacho fui directa al baño con unos retortijones de espanto (ya, siempre poniendo la guinda).

Les cayó una multa importante y como siempre con la administración a destiempo, cuando ella se hizo cargo de adecentar la cocina y el almacén y tomó las riendas de la actividad… ya podría haber sido con la primera acta, con la segunda, la tercer o la cuarta… la novena (pero como los jurídicos dejaron caducar algunas y otras actas las salvó el político de turno…).

La historia es que ella ha apañado el lugar y de paso controla al bruto… hasta él reconoce que sin ella, la cosa seguiría mal, tanto higiénicamente como en los tratos con sanidad. Ir allí de inspección se limita a ver que han corregido lo que les dijiste en la última inspección y ponerles alguna cosa que se les ha pasado o que les has pillado con más faena de lo normal.

Pues eso, que me han besado y me han felicitado el nuevo año. Y no, no era una inocentada.

lunes, 27 de diciembre de 2010

Creando zombies

Hoy se me va la olla… aviso… todavía estás a tiempo de pasar de leer mis idas de bolo… nunca mejor dicho porque peligra mi cerebro…

… 3…2…1…

Se acercan los zombies

…3…2…1…

Ten cuidado, se acercan más

 

…3…2…1

Van tras de ti

Hace un par de días pensé en escribir sobre la influencia americana sobre nuestra sociedad; sin quererlo ni beberlo todo parece girar en torno a los USA y no me refiero a las hamburguesas de McDonalds ni a la NBA… pero reconozco que es un tema que supera mi conocimiento, con lo cual, mejor paso…

Ahora, trasteando entre los periódicos digitales me encuentro que una cadena de informativos la transforman a cadena de gran hermano 24 horas. Flipo, alucino y me quedo pasmada. Tengo que reconocer que vi dos programas de gran hermano de la primera temporada, cuando había un tipo lloricas que era de Zaragoza pero me aburría más que ponerme a estudiar (vale, reconozco que soy rarita con las cosas del estudio). Ahora ya ni sé por qué edición va y la verdad ni me importa, bastante tengo con mi vida y existencia como para ver a unos hámsteres con forma humana dando vueltas en una jaula. Bueno, también es cierto que vi una miniserie británica sobre unos granhermanos que eran los únicos “humanos” que sobrevivían a una invasión zombie, hasta que, afortunadamente los “convertían” (aunque no eran conscientes de que ya eran zombies)

Mi hermana, la mediana, es una forofa de los zombies: comics, juegos de ordenador, pelis, libros, moños, camisetas… Cada día entiendo más esa atracción, nos están comiendo el tarro y nos dejamos… Luego que nadie proteste. De todas formas, cada cual se entretiene como quiere o con lo que puede… aunque siempre morimos al palo de lo que nos venden, de la moda y de lo que mola.

Nos atacan los zombies

¿Estamos dispuestos a combatirlos? O por el contrario, ¿dejaremos que se apoderen de nuestro cerebro?

jueves, 23 de diciembre de 2010

Navidades sin correr… raro, raro, raro…

Por primera vez en ocho navidades que llevo en salud pública no hemos tenido que salir corriendo a paralizar mercancía. Estoy alucinada… estamos pendientes del mail, del teléfono y del fax porque no es normal… o es que no se mueve marisco con esto de la crisis o es que algo estamos haciendo mal, porque no me creo que esté todo supercontrolado y los jetas se hayan tomado vacaciones.

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Ya, me he convertido en una desconfiada pero como fiel seguidora de House, creo que todo el mundo miente (hasta yo). Porque las mentiras piadosas, mentiras son y las mentiras “amenazantes” para conseguir que limpien o arreglen, siguen siendo mentiras.

 

De todas formas, se ve menos movimiento que otros años; el matadero ha matado menos que otras veces, las pescaderías están llenas pero no a reventar, hay industrias que han cerrado por vacaciones… de lo que estoy hartita es de las exportaciones, que si vino que si huevos, que si… como estamos en cuadro me ha tocado ir de sitio en sitio comprobando la mercancía... al menos me libro de ir al matadero a echar una mano.

Por si acaso, y de cara a la Noche Vieja, toquemos madera para que la calma chicha se mantenga por lo menos hasta que toque irme de permiso… Por ahora, a las siete de la tarde he procedido al apagado del móvil del trabajo, hasta el lunes a las ocho, me olvido del curro…

Nota al pie: Jo con mi madre, pedazo pollastre que ha comprado, uy perdón pularda no se mosquee (mi madre o el pollo)…

lunes, 20 de diciembre de 2010

Balance del año

Como tengo pocas esperanzas de que me toque la lotería, hagamos balance del año… la salud es algo que a mi edad, doy por hecho… por ahora.

Laboralmente estamos casi igual que a principios de año, los guarros siguen siendo guarros y por los siglos de los siglos. Han abierto más establecimientos que los que han cerrado. Los pueblos de siempre siguen sin clorar y se les ha sumado alguno que ha hecho corto en el presupuesto de mantenimiento del clorador o en los productos químicos. Como aspecto positivo, uno de los establecimientos que controlo, están exportando a lo bestia semana tras semana (más trabajo para ellos y para mi, pero es un gustazo ver como se involucran y modernizan día a día). El bucle sigue su marcha y a veces cansa repetir todo una y otra vez pero hay que asumir que esto es así y que los cambios no son lentos, son lentísimos.

Nos han bajado el sueldo y la rebaja ha sido importante volviendo a sueldos del año 2007… como dicen, todavía tenemos que agradecer que tenemos trabajo, aunque dudo mucho que llegue a jubilarme de funcionario y cualquier día decidan darnos la patada y mandarnos a nuestra casa sin paro.

Dentro del grupo de trabajo, perdimos a principios de año a un auxiliar que además de currar nos hacía reír, pero nos alegramos de que se ahorrara 140 Km todos los días. La que le sustituyó empezó rebotada porque le denegaron una comisión de servicios, pero una vez pasado el enfado, la cosa se arregló y es una tía con iniciativa y con un humor extraño que combina bien con el resto de majaras que somos.

Tuvimos sustos con ingresos hospitalarios, operaciones, revisiones médicas… hasta tuvimos boda. La novata decidió quedarse con nosotros a la hora de escoger plaza tras aprobar la oposición y por carambola nuestro farma interino preferido se quedó tras tres meses de incertidumbre. El final de año ha traído a un nuevo novato al que enseñar y el comepipas se ha ido a su casa con veintitantos años de retraso.

Personalmente progresamos adecuadamente en esto de la vida en pareja y nos toca ahorrar para amueblar un nuevo piso para dejar de una vez de ocupar la casa de nuestros padres en vacaciones. Hemos tenido alguna baja familiar, al menos rápidas y sin sufrimiento y de personas que vivieron vidas largas y buenas.

He seguido con el blog durante un año y algunos chalados han seguido mis historietas y comentado mis idas del bolo; para mí es genial encontrarme un mensajito de vez en cuando, Marta, Lidia, Javier, Anónimos, gracias por los mensajes.

Dejando el aspecto económico que es malo para todos, podemos concluir que no ha sido un mal año, aunque tampoco ha sido bueno… dejémoslo en un año más, que tiene alguna cosa que recordar y unas cuantas para olvidar.

El año que viene más y espero que mejor para todos.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Ha llegado el novato

Tenemos chico nuevo en la oficina. Es raro pero en el equipo hay más chicos que chicas. Eso sí, la media de edad ha bajado ostensiblemente en el equipo con la salida del comepipas.

El nuevo tiene todavía cara de susto. No sabe por dónde le da el aire pero así es como nos sentimos todos la primera vez: decenas de  impresos distintos, programas informáticos, procedimientos de trabajo, instrucciones, cosas pendientes… entiendo que no se sepa por dónde comenzar ni qué diablos hacer. Demasiada información a procesar de golpe.

Ha ido preguntando entre los compañeros si era verdad que el comepipas era un señor mayor, si tenía hijos… pues sí, es mayor, tiene hijos y tiene un negocio que nada tiene que ver con la veterinaria… Parece que el comepipas le llamaba por teléfono para que renunciara a la plaza (desconozco si con pasta por medio) y este chico llevaba casi dos años en el paro… es lo que pasa en la administración, todos al aprobar hemos desplazado a alguien… y no tenemos la culpa, aunque a veces sientas remordimientos de haber mandado a alguien a la cola del paro o al final de una lista de interinos. Él ha aprobado una oposición y el comepipas ni siquiera se presentó. Punto y aparte.

Además de los nervios y la timidez de cuando llegas a un grupo ya hecho se junta la preocupación de hacer las cosas bien y la inseguridad del que no ha hecho una inspección en la vida. Pobre… me recuerda a alguien… ah, sí, a mí…

Casi mejor que venga alguien nuevo… prefiero un novato a uno de la vieja escuela, así es más sencillo que se adapte a la forma de trabajar del resto.

Ayer fue su bautismo… por ahora va de acompañante de rato en rato mientras ordena su mesa y sus archivos. Vio lo mejor y lo peor sin moverse de una manzana, una cocina limpia y apañada y un batiburrillo de cosas a lo que llaman bar. No era el peor de todos, pero sí muy representativo de lo que le va a tocar lidiar después de las no inspecciones del comepipas. Además de con olor de fritanga volvió sobrecogido ante la grasosidad.

Tenemos chico nuevo en la oficina. No me importa que haya que enseñarle todo. A todos nos tuvo que enseñar alguien. No me importa si es divertido o aburrido o si coge las cosas al vuelo o es lento. No me importa que mi trabajo se retrase o se retrase el de los compañeros porque le estamos echando una mano. Tenemos chico nuevo en la oficina y nadie puede ser peor que el que se ha ido. Poco a poco… paso a paso y conseguiremos sacar el trabajo de esa mesa… Uf, qué alivio!

miércoles, 15 de diciembre de 2010

¿El fin de las panaderías- pastelerías?

Cada vez encuentro más sitios donde venden pan, pero de ese pan de  las masas precocidas congeladas. En todas partes se ponen su horno y su congelador y pin- pan-pin-pan, pan recién hechito: gasolineras, carnicerías, bares, tiendas de periódicos…

Al menos por mi zona de inspección las panaderías van a menos; el pan es caro, muy  caro y bastante malo, con lo cual, se tira de puntos calientes y de supermercados con horario continuo que hornean pan sin cesar y así te llevas la barra calentita a casa… eso sí, para comer en el momento antes de que se vuelva goma o al contrario, antes de que se convierta en hormigón.

También es cierto que el pan que se hace hoy en día, incluso en los pueblos, no se parece en nada al que se hacía hace unos años. No sé si es la harina que no tiene la fuerza suficiente, que se usa más agua, las cámaras de fermentación o los hornos, pero como dice mi compañero boticario, ni aún juntando a los cinco panaderos del pueblo hacen pan bueno. De los cuarenta y pico obradores que he visitado en inspección, solamente cuatro o cinco hacen un pan de esos que al comprarlo piensas en preparar una comida con salsas o en un huevo frito para untar la miga (cargándonos la dieta, sí señor, pero dándonos un homenaje).

Los panaderos se quejan de la competencia desleal de los puntos calientes y de la repostería industrial… pero hasta ellos han dejado de hacer bollos y croissants o cruasanes (es que me suena raro verlo escrito así en plural) para rendirse a los precocidos. Tú vas a la panadería y ves todos los cruasanes igualitos con esa gelatina que les pone por encima (que siempre está en un tarro asqueroso que untan con un pincel que jamás ve el agua)… aire, puro aire y sosos perdidos. Ya la sorpresa es ver en las pastelerías usar bases de bizcocho industrial, eso me ha dejado anonadada, para eso lo compro en el super y hago la tarta yo.

¿Pero esto qué es lo que es? Vale, el trabajo de panadero es cansado, madrugones, calor en verano, esfuerzo físico, pero cómo diablos no van a perder clientela si te cuesta una barra lo que en el super tres y total, te hace el mismo papel… si al menos estuviera rico o te durase un par de días sin ponerse como una piedra… o que no te engañasen dándote pan congelado que les sobró como si fuera del día…

Con lo que me gustaba a mí ir de inspección de pastelerías y panaderías, el olor al pan recién hecho, ver cómo preparaban las magdalenas, alucinar con tolvas de chocolate derretido… y eso hace un par de años… ahora es discutir y discutir ellos de la competencia desleal y nosotros del deterioro de los obradores.

Ya la última sorpresa es encontrarme en una pastelería que hacían unos pasteles magníficos y una repostería artesana, que pasan ya de preparar las coberturas y los rellenos para usar preparados industriales, pasar de su repostería para utilizar la precocida… y sobretodo encontrarme que ahora les da por ponerse a vender pescado junto con las tartas… es que el panorama está fatal y hay que buscar cualquier salida…

… agggyyyy (lamento, quejío total) es el principio del fin… ya ni panaderías en los pueblos, ¿qué será lo siguiente?… miedo me da…

domingo, 12 de diciembre de 2010

Normal, ni más ni menos

En mi opinión, soy normal. Si se lo preguntan a mi madre dirá que soy una inmadura; si se lo preguntan a mi hermana mediana dirá que soy una estorbada, la pequeña dirá que sí, que soy normal a mi manera… Mis inspeccionados dirán que soy una …. piiiiii….. y La Rubia dirá que soy tan normal como él.

Claro que buscas normal en la RAE y a saber: ¿Me hallo en mi estado natural? ¿Por mi naturaleza, forma o magnitud me ajusto a ciertas normas fijadas de antemano? ¿Acaso sirvo de norma o regla? Consulto en el María Moliner y bueno, parece que encuentro lo que busco: Se aplica a lo que es u ocurre como siempre o sin nada raro o extraordinario. En cambio ante la definición de “se aplica a lo que representa la media” ya entro en pequeñas contradicciones.

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Soy normal porque me joroba cuando la gente escupe en el suelo de la calle, me jode pisar mierdas de perro o que se me pegue un chicle, me fastidia que me echen el humo de un puro a la cara y más cuando estoy comiendo. Soy normal  porque me joroba que la gente mayor se cuele en la cola del autobús y que los niñatos griten como si fueran sordos. Me fastidia que los mayores que van andando por la calle en su conversación jueguen a tapar la calle o que se paren de repente y te choques contra ellos. Me jode el olor a sudor rancio cuando subo en un ascensor pero casi me jode más el olor a perfume floral horrible mezclado con laca y polvos de talco de alguna pía de esas que canta a voz en grito en la iglesia.

Soy normal porque me horripila eso de los realitys y no tengo afán alguno por salir en la tele ni por ser famosa. Soy normal porque me gustan  las palmeras de chocolate, las pipas con sal y la tortilla de patatas con cebolla. Soy normal porque me siento idiota cuando me engañan con los cambios y cuando me mienten. Porque me gustan mis vaqueros viejos y desgastados y mi jersey dado de si. Soy normal porque odio tender la ropa y limpiar cristales.

Soy normal porque no me gusta que me hagan encuestas telefónicas. Soy normal porque me harta que el el telediario en la sección de deportes solamente se hable de futbol y siempre de los mismos equipos. Soy normal porque soy capaz de llorar como una madalena el día que tengo blandito y veo una peli triste u oigo una canción triste.

Soy normal porque me gusta pisar los charcos, el olor a tierra mojada, los días de frío con mantita en el sofá, un café con los amigos, jugar a la pelota con el perro, discutir por una chorrada con mis hermanas y coger trocitos de jamón mientras lo corta mi padre. Soy normal porque me gusta la forma en que me mira La Rubia y me acaricia la mano.

Soy normal porque creo que en la vida hay que trabajar y tratar de ganarse todo a base de esfuerzo y voluntad y no a base de ponerse tetas o tocarle la chorra a un torero. Soy normal porque no me gustan los niños ñoños que cantan o las niñas rubias de bote con morritos que lanzan gorgoritos con música chumba-chumba.

Hoy reivindico mi normalidad, que a lo mejor no es como la de la media pero es mi normalidad. Y tras mucho darle vueltas, me doy cuenta de que SOY NORMAL.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Trastorno obsesivo

Voy por la calle paseando al chucho y en un cole están descargando la comida: una furgoneta refrigerada con la caja apagada, el suelo de la furgoneta lleno mierda y el tipo dejando las cajas de corchopán directamente sobre el suelo de la calle… que guay, luego dejan las cajas sobre la mesa, qué estupendo!

Camino por la tarde-noche hacia casa de los padres de La Rubia, paso por un kebab en el que en la puerta pone en un cartel, pollos asados 7€… en el asador de pollos, que está apagado, hay unos pollos a medio asar, así, sin más, a temperatura de tienda… ¿luego lo acaban de asar, cuándo, mañana por la mañana? y mientras ¿pasan allí la noche?¿nunca limpian el asador?

pollo

Estamos cenando en un restaurante y me he sentado en mal sitio, veo parte de la cocina… disimulo ante La Rubia para que no me cambie el sitio… a uno de los cocineros se le cae un montón de pasta cocida al suelo, la recoge y de nuevo a la olla… al menos se desinfecta un poco…

Paso por una pastelería… una señora está comprando galletas a granel. La persona que la atiende las coge con la mano y de allí a una bolsica… ¿y esa mano? ¿dónde ha estado? Con unas pincitas la cosa estaría mucho mejor, ¿no?…

galleta

Bufffffff, de verdad que hago lo posible para no fijarme en estas pijadas, pero parece que tengo un trastorno obsesivo que hace que mis ojos vayan directamente a las prácticas antihigiénicas aunque no quiera… ya no es deformación profesional es ya labor cuasi detectivesca… incluso por ejemplo con lo del cole me han entrado ganas de decírselo al de la furgoneta o a alguien del cole, pero, pensarán, mira la chalada gilipollas esta, ¿no tiene otra cosa mejor que tocarnos las narices?

A lo mejor si trabajara en una tienda de zapatos me pasaría el día discerniendo si los que lleva la gente son de piel o de plástico y si trabajara en una tienda de lencería estaría pensando si ese sujetador es wonderbra o lleva relleno… supongo que cada loco estamos con nuestro tema pero llega un momento en que lo mejor es reconocer tu obsesión y tratar de mirar a otro lado, antes de acabar con una camisa de fuerza.

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Buen finde. Se acaba nuestro macropuente, casi menos mal porque llevo una pasta gastada…

lunes, 6 de diciembre de 2010

El peludo de la familia

Manda huevos. Perdón por empezar así pero es que manda huevos. Dos veterinarios en casa y no sabemos qué le ha pasado al perro. Al menos tenemos la excusa de que no nos dedicamos a los animales de compañía. Pero los veterinarios de la consulta tampoco… Lo único que tenemos claro es que se ha envenenado. ¿Con qué? ¿Quién? ¿Dónde?

Síntomas, empezó por una excitación tremenda con incoordinación motora y pasó a la letargia con ceguera incluida y una respiración superficial y lentísima… la primera noche no creí que viviera.

Menos mal que es un chucho que se crió en una perrera y eso le da cierta resistencia. No pude dejarlo hospitalizado, ni los de casa tampoco quisieron. Mucho se quejan de los pelos del perro, de que es muy pesado todo el día jugando pero allí estábamos todos contemplándole mientras era incapaz de levantar la cabeza. Total, para tenerlo en observación en la clínica, lo tenía yo. Así que tras meterle unos diuréticos e hidratación nos lo trajimos, si se moría, se moría en casa con la familia (soy una dramática, lo sé). Lo dejamos en el cuarto de estar y allí me quedé de enfermera.

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Han pasado más de dos días. Le estamos metiendo chutes de vitamina B1 y si bien no está del todo al menos ya se levanta y camina… Supe que viviría en cuanto se echó el primer pedo en 15 horas y casi muero asfixiada. Todavía no fija bien la mirada pero las pupilas vuelven a contraerse. Ahora creo que hasta lloriquea para que le hagamos mimitos y le hablemos… de verdad, que somos unos bobos en esta casa, turnándonos para no dejarlo solo… aunque si esto lo hacemos con el chucho, imaginad la que se monta cuando el enfermo es un humano de la familia.

Esta noche hemos llegado a dormir casi dos horas seguidas (el perro y yo). El colega se ha levantado, ha ido a la cocina y ha tratado de pedir una galleta (de las humanas que le molan). Se ha sentado y se ha caído pero hasta ha intentado dar la pata… ya es mi pedigüeño de siempre.

Ay, qué sustos…  no tendré más animales que no sepan explicarme dónde les duele o qué les pasa… la próxima mascota un tamagochi (joer, si soy madre seguro que me convierto en una neurótica hipocondriaca)

viernes, 3 de diciembre de 2010

Un pequeño trocito de mi vida

Estoy en casa. Es la casa de mis padres, que antes fue la casa de mis abuelos. Mi habitación fue morada durante todos los años que viví en casa, ante el horror de mi madre. Se notaban las marcas del celo de los posters que estaban colgados; casi ni me acuerdo de los que han ido ocupando las paredes a lo largo de los diez años vividos en esa casa… solo diez años, y me parece toda una eternidad... Los Depeche Mode, un caballo, un cartel callejero de un concierto de Las Novias en el De Vizio. Fotos de Pearl Jam, de Nirvana, del cantante de Skid Row (ese tipo debía gastar una pasta en suavizante para el pelo) un anuncio de un escaparate de un disco de Héroes del Silencio, un poster de Johnny Deep…

Aún sigue la calavera que me regalaron unas ex – amigas, la caja donde guardo las entradas de los conciertos, unas velas medio consumidas y unas flores secas del primer ramo que me regalaron (fue mi padre por acabar la carrera).

En la estantería siguen estando los libros de Gran Angular y por allí debe estar mi preferido: Konrad o el niño que salió de una lata de conservas…

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Siempre he dicho que mi familia es una familia de locos…  en el fondo somos como un clan gitano… Todos sabemos de todos y ante las celebraciones y las desgracias nos juntamos y comemos. Siempre comemos y bebemos… y acaban cantando canciones que jamás he logrado aprender del todo.

Mi primer recuerdo es el de un sofá marrón de pana. Mi madre con el pelo corto. Es algo que no he entendido, las madres cuando paren a los hijos tardíos se cortan el pelo como los toreros la coleta y para colmo, en el caso de la mía, dejó de ponerse vaqueros porque ya era una señora muy mayor… manda narices que yo tengo ahora más años que los que tenía ella y llevo el pelo largo y no podría vivir sin los vaqueros. A lo que iba, mi madre con una cartilla enseñándome a leer en el sofá de pana: la a era un dibujo de una araña, la i una iglesia, la o un ojo, la u una uva, pero no recuerdo el dibujo para la letra e… será que la letra e nunca me ha gustado...

Debía de ser una niña paliza para que mi madre me enseñara a leer, pero a los tres años ya leía cuentos en ese sofá tan cojonudo. Estaba genial, tenía unos reposabrazos que servían de trampolín para hacer volteretas y los asientos se podían sacar y hacer una tienda de campaña; dos hacían de pared y el tercero de techo. Además podías guardar los libros entre ellos y perder las cosas, dejar los envoltorios de los caramelos o incluso podías acabar encontrando un duro… Pegar los chicles, no, que te pillaban siempre.

Ah, los magníficos caramelos, los Sugus de limón y piña, los caramelos dobles de naranja y limón, los palotes, los caramelos de fresa… se guardaban en la librería, justo en el rincón donde vivía el fantasma Federico. Era en la otra casa, un quinto piso desde el que se veían dos patios, el de un colegio mayor y el recreo de otro colegio. No recuerdo si mi madre me echaba la bronca por comer caramelos, pero siempre había en ese armario. Como siempre, que boba, me he impuesto límites… mi límite con los caramelos era no comer más de nueve al día. Lo que no recuerdo era si los caramelos dobles, esos que iban envueltos en papel dorado o plateado, contaban como uno o como dos.

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Pasemos a Federico. Era el fantasma del rincón que formaba la librería con el mueble que hizo mi padre para su cadena de música. Allí estaba el interruptor para la luz del cuarto de estar. Cuando llegábamos a casa, siempre era terrorífico encender la luz… hasta llegaba a sentir como telas de araña sobre las manos que me querían hacer traspasar la pared.

A mí, Federico no me regalaba nada, pero a mi hermana mediana, su amigo Raúl, que seguro que no existía y que se lo inventó por envidia cochina de mi fantasma, le regaló un cepillo de dientes de Kitty. Siempre igual…

Hermanas, cinco años sin tener ninguna y de repente aparece una niña calva. Calva y pelona que enseguida tuvo dientes y aprendió a utilizarlos como una caníbal cualquiera… en mis manos, en el filete de ternera, en todo lo que se le ponía por delante.

Manda narices, yo que no comía más que caramelos y la otra con unos cuantos meses, acababa con las chuletas. Ah, porque no os he contado lo gran comedora que yo era… ahora debo estar resarciéndome de todo lo que dejé de comer en mis primeros cinco años. Viva el puré de verduras y la comida triturada… hasta que decidí probar una noche un trozo de pan untado en la yema de un huevo frito… si hacía bola con las lentejas…

Es un secreto, pero metía la comida en la servilleta y luego la tiraba al váter… diréis que eso lo hacíais todos… pero si os digo que ya llevaba tres horas ante el plato de judías verdes… hasta que llegaba mi abuela con sus chicles de clorofila, los chupa chups de limón, sus cigarrillos fortuna y mi paquete de pipas… se apenaba tanto, que acababa convenciendo a mi madre para que me quitase el plato con las judías tiesas…

Mi abuela. La madre de mi padre. La abuela de los ojos verdes y la nariz de pimiento; no por ser roja, sino por la forma… eso dice mi madre, además dice que la he heredado y por más que me miro en el espejo, yo no le veo la forma de pimiento. Además, hay pimientos de mil formas, y en la frutería no he visto ninguno como mi nariz.

Mi abuela me recuerda a la bruja esa que hacía la actriz de “se ha escrito un crimen” en  una peli de disney. Jugaba conmigo a las cartas de diosas griegas de mi tía Cris y a las arenas movedizas en un descampado que íbamos para sacar a la perra… le hacía saltar sobre los cascotes y restos de escombros porque había cocodrilos en la tierra reseca. Esos domingos la veía desplumar perdices de los tíos del pueblo mientras yo imaginaba que las plumas eran nieve.

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Leía la Lecturas  y hacía sopas de letras (los crucigramas, las otras eran de fideos o de puntitos). Fumaba a la vez que mascaba chicle o que comía un chupa chups de limón al que le había cortado el palito porque le daba vergüenza que la vieran comer caramelos a su edad. Lo que no se debía dar cuenta era de que cogía de un extremo del chicle y estiraba como hacen los niños chicos.

Jugaba a las tragaperras… No es lo que pensáis. Metía cinco duros y le daba a la palanca y listo. Allí acababa todo tipo de ludopatía y solo cuando le sobraba el dinero al comprar tabaco. Lo mejor de todo era que por las tardes venía a casa a vernos y traía unas bolsas de pipas con sal… qué ricas!

Los domingos se empeñaba en hacernos la comida. Iba mi padre a su casa y volvía con una caja de cartón de FRIBIN con la comida (frigoríficos Binéfar, aunque a mi me sale siempre decir fibrín, me suena mejor; lo de la caja debía ser porque mis tíos del pueblo tienen una carnicería). Hacía un pastel de pescado para chuparse los dedos, una ensalada de patata con huevo de la muerte y una carne que nunca he sabido explicar a mi madre que estaba que te cagabas… Esa carne y unas sardinas con tomate que hacía de vez en cuando para que cenase mi padre y que acabábamos comiéndonos las hijas, no las he vuelto a probar desde que se murió. (Mamá, porfa, no hagas eso tú también, las recetas se escriben y se guardan, no se llevan a la tumba).

Estoy en casa. En casa de mis padres, la que antes fue de mis abuelos. Mi habitación es ahora amarilla y está llena de cosas de mis hermanas. Solamente queda el poster de Pearl Jam y la orla de la facultad… pero he encontrado el libro de Konrad… ya solamente queda lograr encontrar la receta de la carne dichosa

jueves, 2 de diciembre de 2010

Me río de las mujeres ricas de la tele

Pijilandia existe donde menos lo esperas… no es Marbella ni el barrio de Salamanca, ni un cortijo andaluz, ni una fincaza extremeña…

Se ciñe sobre nosotros una nube sin final que está descargando nieve… oh, oh, ya veremos si nos vamos de puente…

Hoy he ido de fincas… cotos de caza enormes con casas señoriales que preparan  una zona para la evisceración de los animales que abaten.

Hace un tiempo estuve en una que habían vallado todo un pueblo y solamente lo abrían para los santos para que se pudiera visitar el cementerio… flipé… no tanto como la almazara de los italianos pero casi…

Lo de hoy, me ha dejado alucinada… en un pueblo que no hay ni tienda, solamente un pequeño bar sin cocina con horario de café y partida, me esperaba un todo terreno lleno de barro. Jesús, un dominicano  de sonrisa blanquísima me ha adecentado el asiento trasero (el de copiloto no existía) para llevarme por el “buen camino”… Ya he incumplido de nuevo un precepto de mi madre: nunca subas a coches de desconocidos…

Y allá que nos hemos ido por un camino que de bueno, ja, el coche se iba todo el rato de atrás y los baches y el barrizal seguro que eran paraísos para el cochino jabalí… Durante el trayecto me ha contado su vida, sus viajes, sus 10 meses siendo el único humano en la finca… Y de repente, en la nada, uno de los lugares más fabulosos que he visto… Su piscina cubierta, su piscina al aire libre, su pedazo césped, su bar al pie de la piscina, un cenador alucinante, una casa preciosa sin adornos de esos horribles tipo columnas dóricas y volutas con parras que me horrorizan cuando no es el artesonado original, su edificio para los invitados, sus cochecitos eléctricos para desplazarse, sus pistas de tenis,  sus mastines, sus ciervos… Pobres Bambis, criados y cuidados para acabar con un par de tiros…

Un sitio tan bonito y nunca van los propietarios, solamente para cazar el año que les apetece… decía el guardés que siempre tiene todo listo por si aparecen, menudo gasto para nada, pero claro, seguro que es calderilla para ellos. Al menos la disfruta, aunque trabaja, el tal Jesús, que tenía unas ganas de palique… al final no he desobedecido lo que mi madre me decía de pequeña porque le dejo hablar un poco más y me cuenta hasta la vida de su abuela.

Total, media hora en coche para llegar al pueblo, veinte minutos de caminos de rally y solamente diez minutos para la inspección y el papeleo, veinte minutos de palique y dar vuelta para enseñarme la finca por encima, otros veinte minutos para regresar y tres cuartos de hora más para ir a otra finca a hacer lo mismo, aunque esta vez sin chofer y a paso tortuga para no quedarme atascada en el barrizal.

Mañana poco productiva, mucho kilómetro y gasto de combustible para poca cosa; conocer a Jesús ha sido cuanto menos, peculiar… visitar dos fincas alucinantes ya no me despierta  envidia porque es algo que no te puedes ni plantear en sueños (si la perrera era tres veces mi casa y la extensión de césped de la entrada de la casa era como la de un campo de fútbol)…

… aunque la verdad es, que cuando veo semejantes casonas, lo primero que pienso es en las horas que hay que meter para limpiar tanto suelo y tanta ventana… nada, que no nací para ser ricachona… será mejor que vaya a dar un repaso a la entrada que el barro y las patas de perro no son buena combinación.