martes, 6 de julio de 2010

Marchando una de veterinarios fritos

Llevo dos días con siestas de casi dos horas. Lo nunca visto ni dormido. Y no se debe a ningún cambio fisiológico, presencia secundaria de vida ni me ha mordido uno de esos vampiros famosos con los que ahora nos machacan tanto. Supongo que será que mi cuerpo ha dicho basta y está compensando tantas noches sin dormir; eso y los 40º a la sombra con los que regreso a casa. Soy la veterinaria frita y cocida en su jugo.

Hay chico nuevo en la oficina (solamente por cinco días y dos se los pasa en el matadero). Es parco en palabras pero ha hecho su trabajo correctamente, preguntando cosas "normales" y ha cogido a la primera el programa informático, así que ni me puedo quejar ni me tengo que preocupar de que la cague. Todo un alivio, que bastante tengo con el comecacahuetes (ahora ha cambiado las pipas porque le dan mucha sed).

Tenemos cierta movida con el pueblo más alejado (hora y media para llegar yendo a buena marcha) con el tema de la piscina, su bar y los vecinos con bar, que no paran de llamar a tocar las narices... que síiiiiiii que sabemos que van a abrir el bar de la piscina, que síiiiii que sabemos en qué condiciones está, que síiiiiiiii que ya hemos hablado lo que teníamos que hablar con quien teníamos que hablar... llaman y no les puedo contestar, porque no les puedo ni debo hablar de otros sitios y entonces, se cabrean conmigo... con lo sencillo que sería decir, sí, sé que el sitio es una puta mierda y mi informe va a ser desfavorable si se les ocurre abrirlo y sí, les levantaré acta a pesar de ser el Ayuntamiento, ya causa perdida porque al final hacen lo que les sale de las narices y más cuando el alcalde es diputado y el expediente acabará muerto en un cajón...
... pero eso no puedo decirlo, así que me callo y aguanto la perorata de la llamante anónima de turno toda educada y mordiéndome la lengua para no mandarla a la MMMMMMMM... la próxima les doy el teléfono de sicólogos sin fronteras o el teléfono de la esperanza (si es que existe todavía). Tienen toda la razón del mundo, pero les pierden las formas, y más, las amenazas de paletos que sueltan (son del tipo, "te voy a aviar con el motocultor").

Que yo haré mi curro pasando de si el tipo es diputado o tontolaba, que haré mis informes pasando de si el titular es el ayuntamiento o la lechería, pero joer, que me dejen...

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