domingo, 25 de julio de 2010

Saturada

Con estos calores no me apetece mucho ponerme a escribir, y cuando lo hago, con el ventilador cerca, estoy dándole algo de caña a mi historieta esa que llevo meses escribiendo y que todavía no sé hacia dónde va. Sorprendentemente todavía no la he dejado aparcada.

Es lo "bueno" de mi trabajo; la mayoría de las tardes libres... eso y el estar lejos de casa, fuera de tentaciones como ir a tomar algo con los amigos o ir de escaparates con mi hermana, o ir al cine... además de ahorrar, hace que te busques nuevos entretenimientos "caseros": La Rubia su guitarra y su miniestudio, yo la cocina, el yoga y escribir y los dos, la lectura... menos mal que me topé con un friki al que le gusta leer tanto como a mí.

Ya noto la necesidad sicológica de unas vacaciones; desconcectar del trabajo, que aunque no se crea, me quita el sueño muchos días o que me hace despertar con una pesadilla. Dejar a un lado el matadero, las conserveras, los campamentos, las piscinas y las movidas... este mes está siendo una masacre de actas: actas por guarros, actas por comercializaciones clandestinas, actas por rotura de la cadena de frío, actas por moscas, ... odio el trabajo en verano.

Supongo que de aquí a unos años llegará el punto en que el trabajo me importe una mierda. O quizás no. Creo que debería importarme en su justa medida, pero viendo lo que hay por los sitios que inspecciono... lo de menos es cubrirme las espaldas, que eso ya hace tiempo que aprendí a hacerlo y ya sale por inercia... pero a veces me dan ganas de plantarme en un sitio, echar las manos a las caderas cual jotera y pregonar a los cuatro vientos lo guarruzo que es el sitio ese donde la gente está comiendo, comprando o trabajando.

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