jueves, 27 de mayo de 2010

JUERNES

Esta mañana he estado de inspección en mi industria favorita: son agradables, responsables, simpáticos, tienen pinta de buena gente, se preocupan por su negocio y siempre están mejorando su empresa. La empresa la fundó el abuelo y allí pringan como jabatas el hijo y las nietas; ni saben de horarios ni saben de vacaciones, si se llenan de mierda, pues bien, si toca coger un destornillador, una fregona o una brocha, la cogen. Es su empresa, es su pan y es su futuro.

Y eso que cuando llegué hace siete años me pareció la industria del conde Dracul de Barrio Sésamo. De la primera visita a esta última el cambio y la modernización ha sido abismal. No he sido la culpable pero en parte me siento cómplice y me ha gustado ser testigo de este cambio. Ellos han aprendido y yo también y aprender siempre, siempre, es bueno.

Así que ha sido una de esas visitas en las que pones alguna deficiencia porque no crees en la perfección, pero siempre, pongas lo que pongas, ya lo han detectado y ya están cavilando la solución. En la siguiente inspección, está solucionado de forma eficaz.

Pues nada, contenta y feliz por acabar la semana bien... si, para mí hoy es juernes, pero ya hacía un mes que no pisaba Zaragoza y mi madre ya no sabía si tenía tres hijas o ya solamente le quedaban dos. Hemos cogido los petates, perro incluido y nos hemos lanzado a la carretera... camino a la oscuridad, a las nubes y hacia la tormenta... camino a Mordor... y Mordor nos ha engullido.

Tres tormentazos de esos de rayos y truenos (los truenos se escuchaban a pesar de la música), un par de granizadas y después, la granizada terrible. Mi coche en un túnel de agua y granizo. La carretera llena de agua como un río, después una capa espesa de hielo. Sitio donde intentaba parar, sitio equivocado, con agua saliendo como si fuera un surtidor, rotondas que parecían piscinas, gasolineras llenas de coches bajo techado que después ni idea de cómo iban a cruzar la riada para llegar a la carretera. Al final me he parado en un polígono industrial. Y como siempre, en cuanto paras, deja de llover.

... Claro está, que cuando reanudas la marcha, vuelve la tromba a la carga... y así casi cien kilómetros. He llegado a Zaragoza oliendo peor que si hubiera jugado un partido de baloncesto... mis nervios nerviosos que me hacen sudar ese sudor frío y asqueroso.

Así que aquí estoy, en el sofá de casa de papá y mamá, con mi madre preparándome la cenita, el perro enredando con mi hermana, mi padre contándome historias del curro (un congreso en inglés que le agobia un tanto), mi otra hermana con sus marietadas varias...

Hogar, loco hogar.

... mi paraiso particular...

2 comentarios:

  1. Llevo leyendo tu blog ya unos meses, y en este rato tonto he decidido por fin saludarte y darte la enhorabuena. Un saludo desde tu tierra (donde soy la desplazada y provisional consorte) esta noche me tomaré una Ambar a tu salud. Buen fin de semana.

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  2. Gracias, espero que te traten bien en la tierra del viento; al menos la cervecica es buena (ya lo estás comprobando).

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