lunes, 17 de mayo de 2010

Hermanitas de la caridad sacando garra

A pesar de que muchos no lo crean, los inspectores de sanidad somos como hermanitas de la caridad, pedimos, rogamos y perdonamos a los pecadores... Muchas veces no es porque queramos, sino que nuestros superjefes y jurídicos no están por la labor de sancionar y prefieren mandar tropemil tironcillos de oreja que no van a ningún sitio (política como siempre y que nunca me cansaré de decir). Un papelito pidiéndoles que por favor se porten bien y no vuelvan a pecar y ni padres nuestros ni aves marías ni ná de ná.

Pues las hermanitas de la caridad se están cansando... quieren dar pellizquitos para ver si así hay un pequeño cambio (no sé por qué me ha dado por el simil con las monjas, no será por el buen recuerdo que me han dejado algunas).

Claro está que cuando les llega, por fin, una recetita con una multita, se llevan las manos a la cabeza y se cagan en mis muelas y muertos. Tampoco entonces, entonarán el mea culpa ni admitirán que se les han dado plazos, prórrogas y moratorias varias.

Tras casi siete años dando plazos y haciendo de buena samaritana con unos cuantos, ya no hay opción, pellizco o colleja, depende del grado, pero esta hermanita de la caridad ya se ha cansado de que la tomen por tonta. Ahora a lidiar con el jurídico y sus cabezonerías.

Se admiten apuestas sobre cuántas actas e informes va a necesitar este iluminado de las leyes para abrir expediente. También se admiten apuestas de cuántas va a dejar caducar.

2 comentarios:

  1. Te he leído algunos días. Podríamos decir que soy una "afectada" de tu trabajo ya que tengo un restaurante. El inspector que viene, no se comporta como una hermanita de la caridad como dices, al revés, se planta a comer por la cara con su familia cualquier fin de semana bajo la amenaza de multarme. Me parece que he sido muy tonta y él, un listillo. Debería denunciarle pero a lo mejor sería peor el remedio que la enfermedad.

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  2. Jetas y caraduras los hay en todas partes, véase tu caso o el del carnicero donde compra mi madre. De buenas a primeras, la próxima vez que se plante en tu restaurante o bien tienes todo ocupado o bien le das la factura antes de que se marche. Si te quejas, puede que la tome contigo, pero es una sinvergonzonería inadmisible. Yo haría un escrito con toda la objetividad posible contando la historia y pidiendo que manden a otro inspector o algo así. Otra es esperar tras su primera factura, a ver qué hace en la próxima inspección y si miente o abusa, me plantearía denunciarlo. De todas maneras, si puedes hablar antes con alguno de sus superiores que sea "normal"...

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